El corazón de Nathalie

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— Y como es que pudiste evadirla tu solo — Ficklas preguntaba airoso, intentado desenmascarar lo que él creía como una absurda mentira, solo para escapar del castigo por la broma de la que él había sido víctima.

— Bueno, pues supongo que mi magia no es tan mala después de todo — y aunque aquello no había sido del todo cierto, pues Linwëlin en realidad había dejado de lado al silfo al tener que responder un llamado de su supuesta patrona. Sin embargo, la historia de la magia era a la que se aferraría.

— Mi querido Yin, sabes que no suelo dudar de ti— Dwen hablaba con calma y un cariño sincero hacia el silfo —pero esta vez, me temo, tu historia es… complicada de creer.

— Pues sencillo, aprovechando que Nathy…— Yin se calló abruptamente, había cometido un grave error.

— ¡NATHY! — Siblanok se había levantado de su puesto y hablaba furioso —por Ekanzo,  el Gran Creador, ¿has violado la ley de nuevo?

— Sabía que toda esta mentira sería para cubrir alguna falta aún más grave que una simple broma —Ficklas hablaba con cierto regocijo.

— Está bien, si rompí esa estúpida ley, estuve con una humana, pero deben saber, que no es cualquier humana,  es la humana, sin duda alguna, más pura que existe—

— Ella va a morir en cualquier momento — Siblanok cortó fríamente a su nieto —la enfermedad que posee es fatal y lo sabes—

— Lo sé, así como también se que el maestro Dwen podría curarla si quisiese— respondió mirando hacia el anciano silfo

— No es tan sencillo Yin — Dwen se cansaba de explicarle la misma cosa cada vez que tocaban el tema— hay demasiados factores que tomar en cuenta, hay que… —

— ¡Hay que preservar la ley!— Ficklas interrumpió al anciano —sugiero mi señor Siblanok, se le dé un ejemplar castigo a este joven irresponsable. — el tono de voz, esta vez con un tono de satisfacción, demostraba la evidente antipatía que sentía el profesor por el joven Yin.

— Este consejo deberá ahora deliberar sobre tus acciones, debes retírate — Siblanok, quien había decidido terminar, finalmente, con aquella audiencia,  hablaba solemnemente, no como abuelo, sino como rey.

— Pero, qué hay de Tina, es decir, Linwëlin; ¿qué hay de la rebelde elfa que de seguro planea terminar lo que inicio su padre?

— ¡Retírate, ahora! — Siblanok extendió la palma hacia Yin, quien se vio expulsado de la cabaña por una fuerte ráfaga de viento.

— Esto es injusto — Yin se sentía abatido y preocupado… una peligrosa asesina vivía junto a su querida Nathalie, a quien desde luego, debía protegerla a toda costa; sin más, se dispuso a volar en dirección de su amiga.

—0—

Felipe se sentía sinceramente frustrado, tras aquel maravilloso día en el cine con sus nuevos amigos y su madre, se encontraba nuevamente arrodillado frente a los rosales esperando a que un "hado", o "silfo" como los llamaba Nathy, apareciese.

— ¿Por qué no admites que Yin no existe? — Felipe, entre molesto y aburrido se enfrento a su amiguita.

— Por la misma razón que tu no admites que Tina es mala, y por la misma razón que… — los ojos de Nathy se iluminaron, Yin ya aparecería más tarde, de momento podrían divertirse se otra manera.

— ¿Por la misma razón que…?,  ¿por qué misma razón? — a Felipe le exasperaba cuando Nathy hacía eso, quedarse a medio de una oración y decidirse a hacer algo que él aún no entendía del todo.

Nathalie y los Portadores de los ElementosWhere stories live. Discover now