66. El juicio final

Start from the beginning
                                    

La imagino señalándome con otro de sus dedos huesudos. 

—Así lo has hecho tú todos estos años, ¿no?

—UH —añade Sasha, para avivar el fuego. 

—¡NO TE ATREVAS A JUZGARME! —le grita Eleanor a Gavrel.

—Déjala ir —le exige Gavrel con voz glacial—. Esa es la única condición que te pongo.

—¿Condición? ¿Quién eres para ponerme condiciones a mí?

—Tu heredero. Hazlo y no me negarme a cumplir mis obligaciones. 

Sasha exclama otro Uh que sólo consigue enojar más a Eleanor, —¿Y qué otra opción tengo? —pregunta, sarcástica.

Abro otra vez mis ojos y observo a Gavrel mirar de Eleanor a Sasha.  —Dale el trono a Sasha —propone.

Eleanor se vuelve en redondo y observa de pies a cabeza a Sasha, que cuando la atención se vuelve hacia él posa como si un pintor importante le estuviese inmortalizando. 

—Olvídalo —masculla Eleanor, dándole otra vez la cara a Gavrel—, Bitania sería cenizas en tres días, si no es que menos. 

Sasha se suelta a reír. Me pregunto si no le afecta estar en constante batalla con su madre. En cualquier caso, espero que haya hecho algo por Gio.

—No voy a permitir que la mates —agrega Gavrel, sin mirarme. En ningún momento se ha dirigido a mí. 

—¡ESA MALDITA PLEBEYA SE ATREVIÓ A DESAFIARME!

—Entonces dale un castigo ejemplar.

¿Qué?

Eleanor, caminando de un lado al otro cual fiera enfurecida, lo medita unos segundos. 

—¿Qué propones? —dice, finalmente. 

—Que regrese a las mazmorras.

¿Con Wes y Glotoncito? No parece un panorama tan malo ahora.

—No... —Eleanor me mira, tomando de esa forma su decisión—. Prefiero enviarla a la isla de las viudas para que muera olvidada.

—Buena elección —felicita Gavrel a su madre.

¿QUÉ?  Vuelvo a cerrar mis ojos. Por un momento pensé que me amabas.

—¿Lo escuchaste, campesina? —Me llama Eleanor y le miro sin evitar parecer asustada, tengo el corazón y espíritu rotos—. A tí, demonio súcubo, te enviaré a la isla de las viudas porque a partir de hoy, para ti, mi hijo está muerto.

Muerto.

Gavrel no me da la cara, me está ignorando a propósito... 

¿Por qué me salvaste si de todas formas vas a dejarme morir lejos de ti?

—En cuanto a Jakob, Yahir y Honorato —continúa Gavrel—. No van a recibir castigo alguno por esto. Yo los obligué a hacerlo.

Jakob ríe por lo bajo, aludiendo que eso no es del todo cierto, pero Eleanor no objeta nada más. 

—Cielo santo, Gavrel —silba Sasha, con otra risotada—, nunca haces o dices nada, pero cuando lo haces, Uy. Ahora la pobre de Isobel tendrá que resultar embarazada de ese revoltoso si quiere superarte.

Eleanor roda los ojos.  —¡Esto no es competencia de idiotez! —grita y mira con desdén a Sasha—. En cualquier caso, querido, tú le llevas mucha delantera a tus hermanos.

Crónicas del circo de la muerte: Reginam ©Where stories live. Discover now