1. Cenizas

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―Sólo aléjate de mí, ¿quieres? No sé por qué te empeñas tanto en romper mi espacio personal. No te agrada el olor a cenizas, y yo huelo precisamente a eso: tabaco y cenizas. Ahora, amablemente pido que te des media vuelta, y te vayas derechito a la mismísima mierda.

Con la vista hacia el suelo, esta pequeña garrapata tiembla como gelatina. Puede que mis palabras le hayan lastimado su frágil alma de mariposa, pero tengo tres buenas razones para hacerlo. Primero: me quito un peso de encima. Segundo: evito sus obviamente posibles críticas sobre mis chicas. Y tercero: le ahorro los malos momentos que suelen tener las personas que están a mí alrededor.

Scott Brouillard no necesita a nadie, estoy bien solo, cigarrillos y música son las únicas cosas que necesito.

―Yo simplemente quería...

―Basta―La interrumpo de golpe―No tiene nada de simple, ¿entiendes? Ahora, mi petición aún está presente, necesito que desaparezcas, así que au revoir.

Unos segundos después de hablar, esperando a que se largara, desisto de la idea de que se irá. Estoy perdiendo el tiempo aquí. Salgo del instituto, que lamentablemente es la misma que la de la fastidiosa parasito.

Mis pasos, como de costumbre, son lentos, largos y perezosos, aun cuando tengo prisa. Sólo puedo pensar en lo fastidiosa que ha sido esa chica, siguiéndome a todas partes y tratando de llamar mi atención.

No niego que la chica tiene sentido del humor, una linda cara, un cabello sedoso a más no poder, un aroma a lavanda que te vuelve loco, y unos ojos preciosos. Al menos al principio se comportaba normal, cuando solo hablábamos por mensajes. Ni idea de cómo consiguió mi número. Era divertido, lo cual es raro para mí, porque no me suelen gustar muchas cosas exceptuando doparme hasta el borde de la muerte.

En las semanas que pasamos hablando por chat, hablamos de lo que nos agradaba, y lo que nos disgustaba. Me contó que odiaba el olor de los cigarrillos, y todo tipo de sustancias consideradas drogas. Yo le escondí el hecho de que soy un completo adicto, sólo porque me gustaba charlar.

Pensé que así continuaría todo, hasta que comenzó a acercarse a mí en la escuela. Hoy no ha parado de seguirme, y ya estoy furioso. A penas llegue a mi casa y le de las primeras bocanadas a mi tabaco puro importado de Cuba, borraré su número de mi móvil, y posiblemente cambie el mío.

La banda que me concedió el honor de distraerme por el camino fue Skytown Riot, detalladamente la canción Devil's Masquerade. El trayecto fue corto, lo que significa que ahora, frente a la puerta de entrada, tengo que subir corriendo para que mis padres no me fastidien con sus... "momento familiares", o tareas domésticas.

Introdujo la llave lentamente, mientras trato de alivianar mis pasos. Mala suerte que mis botas suenan bastante. Aun así, al girar la perilla, agudizo el oído en busca de algún sonido que me indique si hay alguien o no.

Todo despejado, perfecto. Creo que cambiaré mis planes, he estado guardando unas láminas de LSD para un momento así, y creo que el trip no durará mucho, y aunque lo hiciera, mis padres siempre demoran en llegar cuando salen.

Cada paso en la escalera era como acercarse al paraíso. Lamentablemente, mi teléfono está configurado para conectarse a la red de mi casa automáticamente. Comenzaron a sonar los mensajes, y yo soy bastante débil en cuanto a ignorar mensajes se refiere. Tiré el móvil lejos, y abrí el cajón donde estaban las láminas. Una estaba a punto de entrar en mi boca, cuando el teléfono suena.

― ¡Me cago en...! Maldita sea.

Si, era ella. Una llamada de su parte. Como jode, por Dios. Ignoro la llamada, pues ahora mismo tengo cosas más importantes que hacer. Tranquilamente corto la llamada, camino hacia mi mesa de noche en la que está apoyada mi lámpara y abro el cajón de manera brusca.

Vicio Insaciable [Scott]Where stories live. Discover now