Capítulo 26

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Sutilmente desabrochó el único botón y bajó el cierre con planeada lentitud.

Volví a gemir.

Ni siquiera me reconocía a mí misma en ese momento, sonaba... necesitada. Escuché a Alan gruñir y continuó bajando el cierre para después perder su mano dentro de mi pantalón. Suspiré y arqueé la espalda.

Sus dedos no tardaron en moverse dentro de mi ropa interior. Me mordí el labio, dándome cuenta que Alan ya no estaba besándome sino que ahora su cabeza descansaba en el hueco de mi cuello, mordisqueando la piel en esa zona, bajando hacia mis pechos y depositando besos.

Mis manos apretaban sus brazos y comencé a mover mis caderas al ritmo en el que él estaba moviendo sus dedos dentro de mí. Una capa de sudor se acumuló en mi cuerpo entero, me arqueé varias veces y en mi mente suplicaba que parara, y a la vez que fuera más rápido.

Mis sentidos estaban en conflicto. Lentamente dejé de pensar y me concentré en los dedos de Alan haciendo círculos y yendo lento pero fuerte y decidido a la vez.

Algo empezó a comprimirse en mi interior, apretándose y tensándose, construyéndose sin poder evitarlo. Toda la lujuria acumulándose para este momento.

Antes de poder gritar, Alan cubrió mi boca con la suya y ahogó mis gemidos sin sentido y una versión distorsionada de su nombre.

Mi corazón se aceleró, mi espalda permaneció arqueada por unos segundos, y no podía sentir las piernas. No sé cuánto tiempo pasó, ni siquiera sentí cuándo Alan retiró sus dedos.

Solo supe que jadeaba menos que antes y que mi pecho subía y bajaba con intensidad. Después de unos minutos de la inconsciencia, y de sentirme liviana y lánguida, recordé dónde estaba.

Me aparté de Alan y me senté de golpe. La vergüenza me invadió tornando mis mejillas al rojo vivo. Yo... yo había... en la casa de Alan...

Me puse de pie rápidamente y, con la misma velocidad, me caí al suelo. Alan se levantó detrás de mí y se sentó cerca de donde había caído. Se miraba diferente, como si ahora me mirara con nuevos ojos.

Qué vergüenza. Yo tenía un poco más de sentido común, pero al parecer éste se había quedado mudo hace un momento atrás, cuando más lo necesitaba, dejando que un "Aaaaaaaaddd...mmmmmm" ocupara su lugar.

Me aparté el pelo de la cara, y fingiendo dignidad me senté con las piernas cruzadas, mirando a Alan sin rehuir de sus ojos marrones.

—Eso fue... —comenzó él a decir —increíble.

La sangre en mis mejillas quemó con su rubor. Pronto noté que mi camisa estaba tirada en alguna parte del suelo, me movilicé a buscarla pero no la pude encontrar. Me arrodillé e incluso miré debajo de la cama.

—¿Buscas esto? —preguntó Alan de forma divertida.

Él tenía mi camiseta en sus manos.

—No es divertido —me puse de pie y limpié mis manos con la tela del pantalón. Me crucé de brazos, tratando de tapar mi breve desnudez —dámela.

—Ven aquí por ella —se movió unos cuantos pasos atrás y agitó la camisa frente a mí. Tarado.

Me acerqué hacia él, rodando mis ojos y suspirando teatralmente. Extendí mi mano para que me la diera pero rápidamente escondió la camiseta detrás de su espalda.

—Alan, dame esa camiseta.

¡Aggg! Yo era todo un caos. Me acerqué una vez más a Alan, pero en vez de extender la mano, corrí para tirármele encima. Lo golpeé unas pocas veces en el pecho y creo que le mordí la oreja.

—¡______! —gritaba él tratando de bajarme.

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Quiero informar que solo falta un capitulo y el epilogo y la novela llegara a su fin. Espero que les guste.

*Spoiler* (¿se escribe así? jaja): No terminan juntos.

"Peligrosa" ||Alan Navarro.|| Sin Editar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora