22

91 26 1
                                    

Al entrar en casa, me cambié para ir a buscar a Lara. Me puse un vestido corto, sin mangas, blanco. Perfecto para ir cómoda y no tener calor. Era mi favorito.

Fui al baño, ahí acabé de alistarme, maquillaje, pelo y demás.

Al acabar, bajé las escaleras. Llegué al comedor, donde se encontraba la grande puerta principal. Al abrirla, lo encontré a él.

Ese "él" era Lucas.

Estaba en el suelo. Sentado. Sus piernas estaban encogidas, y sus brazos, alrededor de ellas. Estaba hablando solo.

Cerré la puerta de casa para llamar su atención. Él, lentamente y sin hacer prácticamente ruido, se dio la vuelta.

La expresión de su cara lo decía todo. Absolutamente todo. Sus muecas de dolor y miedo a la vez, me rompían a pedazos por dentro. Mediante esas muecas podía saber lo que pensaba, lo que necesitaba y lo que había estado haciendo hace unos segundos, y incluso se podría decir minutos. Tenía los ojos hinchados y la nariz roja.

Estaba llorando.

No dudé en sentarme a su lado, corriendo, como si la vida me fuera en ello. Pero él se apartó fríamente. No entendí ese gesto hacia mi. Lo hice con buena intención, y como buena amiga que soy. Era totalmente transparente. Podía deducir, sin ninguna dificultad, el estado de ánimo que en ese momento poseía su cuerpo. Era el miedo.

- ¿Qué te pasa?

- Nada.

Volví a acercarme, pero esta vez no se apartó.

Me fijé mejor, y pude distinguir algunos tonos morados y azules en su rostro y brazos.

- ¿Qué es eso? - dije tontamente, pues sabía de sobras que era moratones

- Es mi tono de piel - dijo él, dándo a creer que era su tono de verdad. Luego mostró una falsa sonrisa.

- ¿Quién te lo ha hecho?

No obtuve respuesta a esa pregunta. Y por si fuera poco, se apartó de mi. Le abracé, y tras ese gesto abrió la boca para finalmente, decir algo, pero le corté:

- Tranquilo, sabes que puedes contármelo. Mira a tu alrededor; ¿Ves? No hay nadie que quiera hacerte daño. Y si a alguien se le pasa por la cabeza... Estoy aquí, y tú estás conmigo, y te protegeré de lo que sea necesario. 

Se quedó perplejo, creo que no se esperaba esa reacción de mi.

- ...Tienes que ir a buscar a Lara, no quiero ser una molestia. Un peso para ti. Ha sido un error venir. Y ahora si me permites... - se levantó del suelo y volvió a sonreír - ...me voy.

- No, no te lo permito.

- ¿Qué?

Yo también me levanto y voy hacia él. Le cojo del brazo con fuerza para evitar que se vaya.

- Te vas a quedar aquí, conmigo. Me vas a explicar lo que ha pasado y lo vamos a solucionar... Y sobre Lara, ella puede esperar. Mi prioridad, eres tú.

Se hizo un corto pero incómodo silencio. Él, de repente, rompió a llorar:

- ¡¡Ha sido ella, Marnie, todo es culpa suya!! 

Querido Diario #SummerAwards2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora