?

678 66 53
                                    

—Aun no puedo entender lo raro que hay en mí, es confuso y me está matando. Algo... algo está creciendo en mi estómago. Algo extraño. No sé qué hacer, porque con el paso de los días no hace nada más que aumentar.

El sujeto frente a él alzó las cejas. Estaba conteniendo una carcajada, pero no lo había notado.

El tema era tan serio que en ese instante todo el mundo giraba en una órbita propia e imaginaria que había creado. Estaba tan ensimismado en sí mismo que ni siquiera había tenido tiempo de elegir sabiamente a la persona con la que tenía la conversación. Solo se abalanzó con el primero que encontró, un perfil extraño en Grindr que había ido a su casa en un par de ocasiones, pero que, hasta ese momento, era lo más cercano a un amigo que poseía.

Continuó:

—Se mueve. Dios, algo está moviéndose en mi interior. Se mueve todo el maldito tiempo de un lado a otro. No sé por qué. Me preocupa. Quiero que deje de moverse. No me gusta que las cosas se muevan. Es confuso. Y sigue moviéndose. ¿Puedes decirle que se detenga? ¿Por favor?

El extraño sonrió con incomodidad bajo su mirada de total esperanza. Tal vez creía que con un:

—Hola. Detente, por favor.

la cosa se iba a detener, pero:

—No funciona.

—Bien, no funciona. ¿Sigue moviéndose? —dijo, intentando hallar paciencia, mas la situación se estaba tornando demasiado extraña. No pudo evitar reír con nerviosismo, pensando en lo estúpido que había sido por malgastar su noche de sábado de esa manera.

—No te rías, es algo serio. Mira. Acerca tu mano y siéntelo. ¿Lo sientes? Allí, justo allí.

Estiró su brazo y lo sintió, no había nada. Solo podía sentir el estómago ya no tan plano del muchacho. Intentó recordar qué edad tenía, porque se estaba aburriendo. ¿Eran... dieciséis? Probablemente menos, la gente de esa edad ya empezaba a pensar y dejaba de ser tan estúpida.

—Uhm, no entiendo a dónde quieres llegar con esto. No siento nad... —Pero de repente, algo se movió, un poco, solo un poco (Mierda se está moviendo. ¿Pero cómo es eso posible? Hagan algo. ¿Qué es esto? Se mueve. Se mueve. Se mueve. Adentro) —. Pero, pero... ¿Cómo pudo pasar algo así?

—No lo sé —Comenzó a llorar. Él apartó la mano, le daba cierta repugnancia. Solo quería largarse de allí. Ya—. ¿Sería... sería lo normal? Las mujeres suelen quedarse embarazadas cuando lo hacen sin protección.

—Pero tú no eres una mujer.

—No. ¿Cómo explicas esto?

—Uhm... No hay nada que explicar —Ubicó la puerta, no estaba tan lejos. Bien podía dar tres pasos y marcharse, pero el muchacho volvió a tomar su mano. Tal vez sabía lo que planeaba. Volvió a explotar en llanto para ganarse su lástima y hacer que se quedara—. Shhh, tranquilízate, amigo, no llores. Mírame. Bien, bien —Tomó una larga inhalación para ayudarse a pensar—. Ya sé, todo está aquí.

Señaló su propia sien izquierda, hundiendo el dedo hasta el fondo.

—¿Qué? No entiendo. ¿Qué tiene que ver tu cabeza con todo esto?

—Digo que todo está aquí dentro. Todo está en tu mente, no vas a tener un bebé. Eso es imposible. Todo está en tu cabeza.

—¿Sí? pues yo lo siento en el estómago.

—No, no. Es imposible, ni siquiera tienes útero. Deja de pensar en eso.

—Pero qué tal si hay alguna posibilidad y estoy a punto de joder mi vida para siempre. No quiero tener un be...

Suspiró y miró la puerta una vez más. Cada vez se veía más lejos, era como si estuviera alejándose a través del pasillo. Ya no quería estar allí, era suficiente.

—Me voy. Estás demente, hombre —Le apartó la mano de un jalón y comenzó a caminar por el pasillo de la casa donde ese chico (cuyo nombre desconocía) vivía con sus padres. Estos habían salido a algún lado que no le interesaba porque solo estaba allí a causa de haber quedado en un lugar de citas online por cuarta vez, mas todo comenzaba a tornarse extraño y él no merecía aguantar eso. Así que adiós.

—No, no te vayas. Por favor, ayúdame.

—¿En qué? ¿Con el número de alguna institución mental? Bien, te lo envió mañana. Hasta nunca.

Y se fue, cerrando la puerta de un golpe; olvidando su chaqueta, su sombrilla y su lucidez mental; dejando al niño loco solo.

Adiós, lust4sex00675. Fue un placer haberte conocido. Nos dejaste un gran regalo. Jajá. Pero es hora de abrir los regalos, ¿no? Que esa es la mejor parte de recibirlos.

Bien, ¿con qué?

—Ohhh.

Sí, ohhh.

Las mejores cosas están en la cocina.

—Esto está matándome.

Solo espera...

—¿Pero por qué me pasa esto a mí? Idiota, idiota, idiota.

Caminó los pasos necesarios para llegar a la cocina, buscando algo. Ya había estado pensando demasiado en eso. Incluso llegó a formular planes en caso de que la cosa realmente estuviese ocurriendo. Resumiendo todas las opciones, prefería morir antes de arruinar su vida... Y morir sabiendo.

Algo nubló su mente, haciéndole creer que la única manera de sobrevivir a esa mierda era provocando una masacre. Va, que no es tan grave porque jamás había querido vivir. Y bueno, ¿es malo aprovecharse de las ganas de morir? Así hay más espacio y oxígeno en el mundo. De nada.

Tomó uno de los mejores cuchillos de su madre y subió las escaleras para ir hacia el cuarto de ducha, pues era el único sitio en la casa que tenía un genial espejo de cuerpo completo; y mierda, él quería ver todo lo que estaba adentro. Solo iba a sacarlo, sí, sí. Porque la gente NO muere al hacer eso, ¿verdad? No (Dile que no. Esto está a punto de llegar a su mejor parte).

Hubo un pequeño corte justo por arriba del ombligo, dolió demasiado y la sangre no tardó en aparecer, descendiendo, manchando el pantalón y la camiseta que estaba cerca de sus pies. Pensó en detenerse porque el dolor era insoportable, pero hubo más movimientos en su interior. Después vio que algo apareció contra la parte interna de la piel, marcándose y provocando una voluminosa huella que parecía (era) la palma de una pequeña mano, con cinco cortas falanges que le rasgaron por dentro, provocando que soltara un doloroso grito de dolor mientras no podía alejar su vista de allí.

Movió el filo del arma blanca hacia abajo, encajándola con fuerza, haciendo que la sangre brotara a raudales. Luego hubo un giro hacia el lugar donde el movimiento se había producido, formando una gran incisión en forma de L. Una enorme y bonita letra que hizo que el intestino delgado abandonara su estómago.

Miró el reflejo en el cristal. La sangre comenzaba a mancharle los dientes ahora, parecía que intentaba salir por todos lados. Era gracioso porque no dolía, solo se sentía extraño. Demasiado extraño. Tan extraño que lo único que alcanzó a susurrar fue un:

—No hay nada.

antes de desvanecerse.  

InsideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora