Capítulo 3

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Al día siguiente, al tercer día de clase, me encontraba atendiendo a las lecciones de mi profesor Sanji, de las cuales subían de la media dificultad hasta lo más laborioso. Yo no paraba de escribir y anotar en mi libreta mientras me enseñaba el correcto montaje de las tartas y pasteles, los distintos tipos y técnicas de decoración... hasta me enseñó a hacer pan y unos ricos bollos. De vez en cuando me enseñaba también alguna que otra receta para ir practicando. Sus recetas poco a poco subían de nivel, desde lo más sencillo hasta el avanzado, y esto último, claro está, resultó ser muy complicado.

Al cabo de tres horas seguidas de largas lecciones y duro entrenamiento, me quité el delantal y me dispuse a salir de la cocina cuando Sanji me llamó.

Sanji: ¿A dónde vas?

Tn: Pues... a almorzar algo en mi casa - contesté señalando hacia arriba con el dedo -. Ya hemos terminado con las primeras horas de clase y hay que reponer fuerzas, ¿no?

Sanji: Desde luego. Pero yo había pensado que podríamos comer juntos.

Me di la vuelta y le miré sorprendida.

Tn: ¿Comer... los dos juntos?

Sanji: ¡Claro! He traído la comida aquí y también un poco de té - me mostró una bolsa con unos paquetes dentro y una termo mientras permanecía sentado en la silla.

Tn: Caray... es muy amable por su parte, Sanji-san - respondí impresionada y sonreí -. Muy bien. Comamos juntos entonces.

Sanji: ¡Estupendo! - sonrió entusiasmado -. Ven, te mostraré lo que he traído.

Me acerqué a la mesa y me senté en la otra silla junto a él. Sanji sacó los paquetes de la bolsa que resultaron ser bentos y la termo. Me dio uno de los bentos y unos palillos. Sin siquiera abrir el mío, un olor delicioso llegó hasta mis fosas nasales. Me abrió el apetito en un segundo. ¿Qué habrá dentro? 

Sanji se dio cuenta de mi repentina reacción y me invitó con una sonrisa:

Sanji: Adelante, ábrelo. 

Sin pensarlo dos veces, abrí la tapa de mi bento y un ligero vapor salió de él. Eché un vistazo a su contenido. La comida tenía un aspecto increíble, una presentación inmaculada. En un lado había unas cuatro bolas de arroz, en la esquina superior trozos de un rollo de tortilla francesa y unas bolitas que parecían ser de pollo frito, y en la parte inferior una ensalada variada con unos langostinos pelados. La imagen que me regalaba aquella comida era un festín para mi vista, y el exquisito aroma que emanaba de ella me abrió muchísimo más el apetito.

Tn: ¡Guau! ¡Qué buena pinta tiene! - exclamé llena de admiración. Todavía tenía la boca abierta de la impresión. 

Sanji: Me alegra que te guste - me dijo con una gran sonrisa y cogió sus palillos-. Venga. Pongámonos a comer antes de que se enfríe.

Tn: Sí. Desde luego - contesté. Ya tenía ganas de incar el diente a esta comida.

Mientras comíamos nuestro almuerzo y bebíamos un vaso de té, nos pusimos a hablar y conociéndonos mejor el uno al otro. Sanji me contó que estudió durante unos años en una prestigiosa escuela de cocina donde le instruyó un muy estricto profesor llamado Zeff, que le tuvo manía al principio pero que luego acabó cogiéndole cariño porque era como un padre para él y le está totalmente agradecido por todo lo que le ha enseñado. También me contó que vive en un piso compartido con dos amigos: Zoro, el chico de pelo verde del otro día, y Luffy, el chico más joven y, por lo que me ha comentado, el más extrovertido y hambriento de todo su grupo de amigos. Me contaba anécdotas divertidas suyas y de sus amigos, y yo no podía parar de reírme. 

Dulce desastre (Sanji x lectora)Where stories live. Discover now