12- ¿Qué... quien?

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Se sentía muy bien estar donde estaba, aquí con James que sin darme cuenta se metió en mi vida de improvisto. Pero he de decir que eso no me desagrada en lo absoluto.

Estos días que hemos estado en esta hermosa cabaña pude descubrir que James es mejor de lo que yo creía, es tan amoroso, cariñoso y tierno que a veces creo que estoy soñando y que nada de esto es real.

Me levante sin hacer ruido y lo observé unos instantes. Se veía tan hermoso cuando dormía, la sabana lo tapaba solo hasta la cintura y me regalaba una hermosa vista de sus abdominales perfectamente marcados, su pecho tan suave que se movía al ritmo de su tranquila respiración y sus brazos musculosos, era simplemente perfecto, parecía tallado por ángeles. Me voltee y fije mi vista en la imagen que me devolvía el espejo, me veía tan… simple. La maraña de pelos castaños no me hacía justicia en lo absoluto, pero mi cuerpo…  pechos normales, ni mucho ni muy poco, creo que lo justo y necesario. Y sin contar algún que otro rollito que aparece de vez en cuando.  Si a mí también me tallaron los ángeles, definitivamente los míos estaban borrachos.

 Me dirigí a la cocina en busca de olvidarme todas la estupideces que estaba pensando y para preparar un rico desayuno para James, aunque teniendo bien en claro mi horrible capacidad para cocinar algo comestible, opté solamente por hacer un poco de café, jugo y una tostadas.

-Buenos días-dijo una sensual voz en mi odio mientras dos brazos me agarraban firmemente por la cintura.

-Buenos días-me giré para quedar de frente a él.

-Mmm… Café recién hecho-depositó un dulce beso sobre mis labios-¿También hiciste tostadas y jugo de naranja? Vas a tener cuidado porque me puedo acostumbrar a esto muy rápido-se alejó de mí sentándose en un banqueta, listo para mi fantástico desayuno.

-¿Quién te dijo que esa no era la idea?-le dije con voz sensual sentándome a su lado.

-Vas por buen camino entonces-sonrió de lado y no me aguante las ganas y lo besé, lo besé con desesperación, como si hiciera años que estaba esperando aquel beso.

-Me parece que el desayuno va a quedar para el almuerzo-dijo sobre mis labios con una sonrisa, mientras me cargaba en brazos y me llevaba a la habitación.

Ya era la hora de regresarnos, habíamos pasado tres días increíbles en aquella hermosa cabaña, pero era momento de volver a la realidad. Si no logro aclarar las cosas con el señor Porter, cosa que veo muy difícil en este momento, tendré que buscarme otro trabajo.

Ya en el auto camino a casa, rebusqué en mi bolsillo para sacar mi celular, el cual se encontraba apagado. Lo prendí y me encontré con 20, si 20 mensajes de voz.

-¡Mis padres!-grite sobresaltando a James.

-¿Qué… qué paso con tu padres?

-No lo llame, y deben estar preocupados-Marqué rápidamente el número de mi madre, la cual en menos de tres segundos respondió con un grito.

-¡¡Alexia Jacqueline Jhons!! ¡¿Se puede saber dónde demonios estas?!

-Mamá, ya soy grande-dije aun sabiendo que  debería escuchar su sermón.

-¡Que grande ni que nada! Ahora mismo me explicas que es eso de desaparecer varios días y no avisar.

-Estuve con James mamá, ahora mismo estamos volviendo. ¿Están en casa todavía?

-Si no me quería ir hasta cercionarme que estuvieras bien y… ¡¿Con James?!-ya se había tardado en chillar como puerca- ¿Y me lo dices así? Quiero los detalles.

-Mamá, no te voy a dar detalles de nada-dije bajando la voz, pero por la mirada que me regalo James supe que me había oído.

-Pero Alex…

Una chica SIN suerteWhere stories live. Discover now