28. El cumpleaños de Isobel

Comenzar desde el principio
                                    

—Isi —saluda—, querida, tanto tiempo sin vernos.

—No veo por qué hacerlo. No somos amigas.

Golpe bajo. Isobel puede ser perra si se lo propone.

Rimona no se muestra ofendida por el desaire. —¿Y cómo formaremos un lazo de amistad si no me permites visitarte?

—Últimamente estoy demasiado ocupada con los preparativos de la boda de mi hermano.

Rimona abre mucho sus ojos, fingiendo estar sorprendida. —¿Gavrel se va a casar?

—Como si eso no fuera lo único de lo que quisieras hablar.

Me consta.

—No puedo negar que el tema me interesa. Déjame ver, ¿su prometida está aquí? —Ella intenta buscar a Farrah con la mirada—. ¿Farrah se llama?

—No tardará en bajar —la defiende Isobel.

—¿Y nos vas a presentar?

—Le han hablado tanto de ti y de tu interés por Gavrel que estoy segura de que te reconocerá en seguida. Así que pierde cuidado. Con permiso.

Y la deja hablando sola. Isobel a veces me sorprende.

—Esa zorra buscona —se queja, huyendo de más invitados incómodos.

—No tiene muchas amigas, Alteza —advierto, al darme cuenta de que intenta esconderse.

Isobel bufa. —Quizá una. Puedes tutearme si quieres.

¿Qué? Insisto en que ella me sorprende.

—¿Está segura, Alteza?

—Claro que sí. Considero que podemos hacer buena amistad.

Necesito aire.

¿Qué tan mala persona soy si a pesar de que ella me llama amiga yo hago lo imposible por sacar del poder a su familia?
No merezco tu amistad, Isobel. No la quiero. No la acepto.

El Salón de banquetes está modestamente decorado, tal como Isobel lo pidió. La música es lo suficientemente baja para que todos puedan conversar, y la comida y el alcohol, por el momento, se limita a vino blanco y canapés de mar.

Gio arriva acompañado de un hombre con apariencia de ser un aténtico lobo de mar.

Oh, Madre es Garay.

¿Qué hace aquí?

Si también le sorprende verme lo disimula muy bien.

—Alteza —saluda a Isobel con una reverencia—. Me informaron que hoy es su cumpleaños. La felicito y deseo de todo corazón que vea más veranos. La vejez jamás podrá devastar tanta belleza.

—¿Quién es él, Gio? —pregunta Isobel, un tanto dudosa de aceptar los cumplidos de este caballero.

—Es Lamar Vela, princesa, capitán de un barco pesquero.

¿Qué él es QUÉ? Miro a Garay con sospecha.

—¿Un barco pesquero de Bitania? —pregunta Isobel, dudando.

—De Orisol, Alteza. Pero deseo quedarme un largo tiempo en Bitania.

¿A qué está jugando?

Garay está disfrazado. También finge tener modales. Insisto en preguntarme a qué está jugando.

—Necesita la autorización de nuestro capitán naval, señor.

—Por hoy su autorización me basta, princesa.

Crónicas del circo de la muerte: Reginam ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora