Mirar la nada nunca fue tan divertido

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Héctor me conduce a casa y le digo que estaré bien por mi cuenta. Que no es necesario que me vaya a quedar con él. Luego de tanto insistirle dice que me tome la semana libre, y que mañana vendrá a verme.
Entro al departamento, enciendo las luces, y saludo a Záfiro. Me voy a la ducha y siento que se abre la puerta de entrada. Respiro hondo. Y sigo en la ducha.
-¿Princesa?
-...
-Perdóname, te lo suplico.-Adam abre la puerta y se coloca frente a la cortina. Veo que saca una toalla, se quita la ropa y se la coloca en las caderas, como me gustaba. Se mete en la ducha conmigo y yo solo veo el suelo tapándome con los brazos.
-Cariño por favor.-me coge el rostro para que lo mire, pero estoy tan distraída, que miro cualquier cosa en el aire menos a él.

Se apega a mi, y me abraza. Ya no podré sentir su piel nunca más. No podré abrazarlo nunca más. No lo besaré nunca más. Todo él será un nunca más...
Me toma en brazos y para no caer afirmo mis piernas a su cadera, y mis brazos se posan en sus hombros. Me besa tiernamente la comisura de mis labios... Y comienzo a llorar.
-No.... No, no, no, no, nena no llores, por favor, no lo hagas.-Me acurruco en su pecho para que no me vea.-nena, deesto verte llorar, por favor... No llores... Te lo suplico, haré cualquier cosa para que dejes de llorar.
-Bájame...-Adam me baja al suelo, cierro el agua de la ducha. Me envuelvo en una toalla y voy en busca de mi pijama.-Ve a dormir con ella.-Adam me observa con dolor.-Anda. Una vez más no hace diferencia.-Se queda quieto y en silencio. Cuando ve que estoy decidida, se viste y toma algunas cosas de su mueble. Se acerca a mí para despedirse, pero niego con la cabeza.
Deja sus llaves encima de la mesa, y se va.
Se va.
Se ha ido.
Para siempre.
Para siempre...
Me siento en el sofá y enciendo el televisor. No hay canales con programas a esta hora. Aún así me quedo viendo los colores de la no transmición. La noche pasa rápido. Y en la mañana alguien toca la puerta.
La veo de reojo, pero no me levanto a abrirla.
-Débora, soy yo, Héctor. ¿Puedes abrir la puerta por favor?-debería ir y abrir. Pero mi cuerpo no reacciona.
Mi móvil comienza a sonar. Veo el número, y supongo que es Héctor, lo dejo en la mesita hasta que termina de sonar.
-Vendré mañana también. Y todos los días.

La tele sigue encendida, y en ella hay un programa de comida. Pero sinceramente no tengo hambre. Le doy comida a Záfiro, su leche. Y me acuesto en el sofá de nuevo.

Conecto los auriculares al móvil, y coloco la lista en aleatorio.
Las canciones dejan de sonar con el pitido del celular descargado. Voy hasta la habitación y lo coloco a cargar. Me acuesto y duermo.
Despierto a eso de las 10 pm. Y debo levantarme para darle alimento a Záfiro. Así que eso hago. Luego me sigue hasta la pieza. Me cambio de ropa. Desconecto mi celular y salgo. Dejo con llave la puerta y bajo por el ascensor.
Espero algún bús en el paradero y me subo al primero que llega. Me bajo en la playa. Y me siento donde siempre.

A eso de las 2 am, estoy por retirarme y alguien me abraza por detrás.
-Sabía que vendrías.-esa voz. Héctor.-Te voy a raptar.-me coge en brazos y me lleva con él. Me mete al coche, y conduce.
Voy en silencilo todo el camino, y bajamos en una lujosa casa. Me lleva dentro. Y enciende las luces.
-¿Por qué me trajiste?
Héctor se quita su camisa y va hacia algún lado, pero se voltea para responder. Tiene un cuerpo bien formado, casi como el de Adam.
-¿No es obvio?-camina hacia mí y se agacha un poco para quedar a mi altura.-Voy a violarte y luego cortarte en pedacitos para finalmente comerte en un rico estofado de carne.
Mis labios estan secos. Adam ya no está aquí.
Héctor mira mis labios y traga saliva. Entonces coloca su mano derecha en mi mejilla, y con el pulgar presiona mis labios.
-¿Qué sucede?-al mover mis labios, sus ojos los siguen y se ruboriza.
-Iré a cambiarme.-Desaparece del salón. Y me acuesto en uno de los sofás.
A los minutos después llega con dos tazas de café y pastel de chocolate.
Me como todo obedientemente y me bebo mi café.
-Estaba delicioso.
-Me alegra oír eso.
Quedamos en silencio. No sé de qué hablar. Tengo que responderle, también. Pero no creo que pueda con ello hoy.
-Gracias por ayudarme con lo de Adam.-suelto sin más.
-De nada.
Me acerco a él y me recuesto en su regazo. Me acaricia el cabello hasta que me duermo.

-Débora. Es hora de despertar. Debes desayunar.-Una cálida voz me despierta.
Abro los ojos un poco y veo la silueta de alguien.... ¿Adam?
Estiro mis brazos y lo acerco a mí. Levanto mi torso y lo beso.
No... No es Adam. Es... Héctor.
Me coge ágilmente de la cintura y me levanta para poder tomarme en brazos. Continúa besandome, y yo a él. Comienza a caminar conmigo y caemos en una blanda cama. Comienza a besar desesperadamente mi cuello. Pero aun así, aún teniendolo tan cerca y disfrutando su boca, sólo me recuerda a Adam....
Me tapo el rostro por la vergüenza. Y lo abrazo.
Soy la peor persona del mundo.
¿Cómo he podido hacerle tal cosa a Héctor?
-Perdóname...-digo sollozando en su hombro.

-No hay por qué.

-Perdóname. Sigo siendo una tonta.

Problemas De una Chica EnamoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora