Ni él ni Kenma habían compartido mucho con el hijo de la familia vecina, los Furukawa, porque el chico era algunos años menor que ellos y además lo mandaban a un colegio internado; pero siempre que lo veían parecía un muchacho tranquilo y promedio.

El padre de Kuroo resopló con disgusto.

—Resultó ser un maricón y estaba liado con un trabajador de su familia, fue un escándalo —expuso en tono de desagrado.— El señor Furukawa lo echó de su casa, por supuesto.

—Y desde que el chico se fue, la señora Furukawa se descompensa seguido —añadió su esposa.— Siempre sufrió del corazón, pobre.

—Y cómo no sufrir del corazón, si tiene un hijo así.

—No digas eso, querido, sigue siendo su hijo...

Kuroo masticó su empanadilla sin comentar nada, observando por el rabillo del ojo que Kenma tenía la vista clavada en su plato y su mano casi imperceptiblemente mientras movía los palillos, jugueteando con los restos de comida. Mientras tanto, su madre se veía muy indignada ante la actitud de su marido, pero parecía no querer ahondar en la charla para no arruinar la cena.

—El problema está en la crianza —dictaminó el hombre.— Por suerte nosotros criamos hijos decentes y respetuosos de su familia.

—Basta, no es un tema para tratar durante la comida —sentenció su mujer.

Su esposo hizo una mueca pero dejó estar el tema, entonces se dirigió a su propio hijo.

—¿No es hora de que nos presentes una novia, campeón? —Le dijo con una mueca cómplice.

Kuro tomó un largo trago de su vaso antes de responder con calma.

—Estoy estudiando para llegar a obtener un doctorado, papá —esbozó su típica sonrisa felina.— No tengo mucho tiempo de sobra para tener novia.

—Por supuesto, es comprensible. Y tu esfuerzo será recompensado, ¡serás un gran profesional! —Sonrió orgulloso y pasó su vista hacia Kenma.— Tus padres me contaron que también te está yendo bien en la uni, ¿eh, pequeño?

—Sí, señor —Kenma asintió un poco, aún con la vista gacha y los hombros tensos, pero el otro hombre no se percató de ello y también le sonrió con aprobación.

—Por cierto, traje tarta de manzana de esa tienda que tanto te gusta, Kenma-kun —siguió diciendo el padre de Kuroo mientras su mujer retiraba los platos vacíos y traía el postre.

—Oh, muchas gracias, no hacía falta...

—Bah —hizo un gesto con la mano para restarle importancia al asunto—, tú disfrútala.

Desde siempre, todos en la familia Kuroo solían consentir a Kenma y lo hacían sentir uno más del círculo familiar. En un principio Kenma había estado un tanto desconcertado ante tanta atención recibida, sin entender por qué podían interesarse tanto en él cuando la mayor parte de las personas solo lo ignoraban (lo que agradecía, no era algo que lo deprimiera). Sin embargo, con el tiempo se acostumbró con agrado a tener aquella especie de "segunda familia"; quizá el instinto de cuidarlo era algo genético de los Kuroo.

—¿Seguro no quieres quedarte a pasar la noche? —Le preguntó la madre de Tetsuro un rato más tarde, cuando Kenma anunció que volvía a su hogar luego de dar las gracias por la comida.

—Sí, así la casa no queda a solas mucho tiempo —repuso Kenma con voz apagada.

—Mmhh... —ella no parecía muy convencida.— Bueno, pero ven a desayunar con nosotros, ¿de acuerdo?

El Club de los 5 - Haikyuu!!Where stories live. Discover now