Capítulo 24

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En otra parte de Miyagi, Daichi no estaba teniendo unas vacaciones tan entretenidas como las de Oikawa.

A su llegada todo había estado tan normal como siempre, y aunque al instante de pisar su barrio tuvo ganas de salir corriendo a ver a Suga, primero tenía que dedicarle algo de tiempo a su propia familia. Así pues, pasó la primera jornada con ellos, decidiendo dejar su visita romántica para después de la cena.

—¿Y para cuándo nos presentarás una novia, Daichi-kun? —preguntó una tía del chico, que estaba presente en la cena de aquella noche.

Daichi masticó un trozo de pescado con calma antes de responder.

—Algún día, tía.

—Oh, hablando de eso —intervino su madre—, suelo ver seguido a esa niña que te gustaba, Michimiya, trabaja medio tiempo aquí cerca —sonrió con ganas volviéndose hacia su hermana, la tía de Daichi.— Tendrías que haberlo visto en esa época, se sonrojaba por todo... oh, el primer amor de mi pequeño...

Daichi se concentró en su arroz. Adoraba a su madre, pero solía ser una cotilla despiadada y así fue como, de alguna forma mística, descubrió quién le gustaba en la escuela media. Instinto de madre, había dicho la mujer en ese momento, pero él sabía que era instinto de cotilla, sencillamente. Por eso con Suga se cuidaban mucho de no levantar la más mínima sospecha, o pronto se podía enterar todo el vecindario. El padre de Daichi, en cambio, era mucho más serio y estricto; solía regañar a su mujer por andar indagando sobre la vida privada de su hijo, o de cualquiera. El hombre en cuestión comía silenciosamente en la cabecera de la mesa.

—Es una chica encantadora, siempre me pregunta por ti, cariño —siguió diciendo su madre.

—Es una buena amiga —fue todo lo que respondió Daichi.

—Oh, vamos, se nota que sigue colada por ti.

—La segunda oportunidad con el primer amor —dijo su tía, guiñándole un ojo.

—No lo creo, tía —repuso Daichi con una sonrisa, juntando sus utensilios.— Gracias por la comida, estuvo deliciosa.

—¿Adónde vas a esta hora, querido? —le preguntó su madre al verlo ponerse de pie rumbo a la salida.

—No es tan tarde, son a penas las siete —apuntó.— Iré a visitar a Suga y su familia.

Su madre puso un gesto extraño e intercambió una mirada fugaz con su marido, quien siguió en silencio y concentrado en lo que le quedaba de cena.

—Podrías ir otro día, hijo —indicó la mujer.— No hace falta que vayas hoy mismo, ¿verdad?

Daichi alzó las cejas.

—¿Cuál es la diferencia? —replicó entonces, asombrado. Su madre titubeó, y al no obtener respuesta, el muchacho hizo una breve reverencia a modo de saludo y se marchó.

En la casa de Sugawara lo recibieron la abuela y la madre del chico, que veían televisión en el comedor.

—Pasa, querido, pasa, Koushi está en su habitación estudiando —le informó la anciana, sonriente.

Daichi fue hasta el cuarto de Suga y tocó la puerta, pero nadie respondió, entonces decidió entrar de todas formas. El chico estaba tendido en la cama y se había quedado dormido leyendo un libro, que ahora descansaba abierto sobre su pecho. Daichi cerró con cuidado la puerta y se acercó a él para contemplarlo. Se lo veía un poco pálido y ojeroso, como era de esperarse, pues sabía que el último tiempo Suga había estado muy ocupado entre el estudio y las cosas de su casa. Por eso mismo Daichi tenía unas ganas inmensas de reconfortarlo lo más que pudiese durante esos días. Se arrimó a la cama y le quitó el libro de encima, dejándolo sobre la mesita de noche; luego se inclinó para besarlo suavemente. Suga se removió en sueños.

El Club de los 5 - Haikyuu!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora