CAPITULO 3 SENTIMIENTOS PARTE 2

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-Buenos días campeón
-Buenos días, papa

Miles observo a su hijo de un mejor humor que los últimos veces, algo que le pareció que las cosas que tanto le preocupaban al rubio estaban siendo resueltas de una grata manera.
-¿A qué se debe tanta felicidad?
-Conseguí algo que me hizo muy feliz, papa
-¿Una chica?
Arnold se sonrojo pero sonrió asintiendo –No es solo una chica, es la persona de la que estoy enamorado desde hace mucho

-Lo sabía jejejeje –Su abuelo acababa de ingresar –Es Helga, ¿verdad?
El rubio se sonrojo mucho pero no entendía… -¿Cómo lo sabes?
-Necesitaría ser un ciego como tú para no darme cuenta –Dijo sonriente –Solo era cuestión de tiempo, además esa niña siempre ha estado loca por ti
-¿Cómo sabes eso papa?
-Hay hijo, ¿Quién no se daría cuenta de eso, cuando tienes a una mujer como Puki?

Miles sonrió, recordando la historia de sus padres, Arnold solo quedo sumido en sus pensamientos ¿Qué tanto habría hecho Helga por él? Aun había miles de cosas que descubrir, su primer y reciente descubrimiento fue saber que Helga en realidad era Cecil, su Cecil, eso le había hecho feliz, su primera cita había sido con ella y él nunca se dio cuenta.

Y es que en este último año se había dado cuenta de que Helga era tan increíble, tan misteriosa, tan única, le encantaba el modo en que ella realizaba sus gestos de disgustos pero le encantaba descubrir sus gestos cuando algo le gustaba, como cuando había pudin o pastrami en su almuerzo, cuando veía que podría ir a las luchas, cuando algo le salía bien en los deportes, cuando entraban a literatura ella era distinta, era como si todo lo que existiera a su alrededor es todo lo que siempre había deseado, le encantaba ver como se escondía detrás de los botes de basura o detrás de alguna pared para escuchar sus conversaciones con otras chicas.

-¡¿Arnold?!

-¿Eh?
-Vaya hijo, sí que estás enamorado, llevamos horas hablándote
Arnold se puso como tomate, por lo que los adultos comenzaron a reírse.
-¿Saldrás con ella, pequeño hombre?
-Si
-No quiero que llegues tarde, hijo
-No papa –Se puso de pie –Ya….debo apurarme

Los adultos solo sonrieron más mientras el joven salía de su habitación.
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Se encontraba en su curso, se sentía que encajaba tan perfectamente en ese ambiente artístico, estaba tentada a tomar alguna otra de las clases que había, aparte de la literatura, le gustaría tomar alguna clase de música o canto, tal vez sería canto.

-Muy bien Helga –Le felicito al final de la clase la profesora al entregarle su trabajo –Me encanta la pasión con la que te expresas y escribes estos magníficos poemas, dime has pensado en ser escritora ¿Cierto?
-Yo…la verdad…
-No deberías pensarlo tanto cariño, eres una de mis mejores estudiantes y me alegra que hayas decidido ingresar a este curso, pero quiero saber si te gustaría dedicarte a esto, pues puedo darte una carta de recomendación para la universidad ¿Qué dices? Estoy segura que te aceptaran.

-La verdad es que aún no lo he pensado, Señorita Kyle, pero aún falta y…

-No dejes hasta el ultimo la decisión, querida –Comento Kyle seriamente –Piénsalo Helga, por lo mientras envíale tu mejor escrito para un concurso, sé que ganaste el concurso de ensayos hace tiempo a nivel de educación básica ¿Cierto?
-Si –Dijo la rubia sonrojada
-Bien, envíale tu ultima historia romántica que les pedí, fue muy hermosa y enternecedora, seguramente ganara.

La joven no dijo nada solo asintió para después salir del salón, la profesora era una de sus favoritas pero a veces pensaba que exageraba con decir que ella era una escritora nata y con mucho talento, se había sorprendido al leer su ensayo cuando era aún una niña; salió rápidamente por los pasillos pero al llegar a la salida…

UNA PROMESA DE AMORWhere stories live. Discover now