Capítulo 5 (2/2)

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Luego de la horrenda depilación, fuimos a un supermercado a comprar algo de alcohol y algunas frituras.

– ¿Llevamos condones? –Me pregunta con varias cajas en las manos.

– ¿Pretendes que un montón de adolescentes hormonados tengan relaciones en tus sábanas blancas? –De igual manera, los dejó en el carro. Puso los ojos en blanco y reí–. Lo siento, tonto. Oh, espera.

– ¿Qué?

–Quiero hacer algo.

– ¿Quieres que te tenga debajo de mis sábanas blancas? –Subió y bajó las cejas y esta vez yo entorné los ojos.

–No, tontis. Esto quiero hacer.

Tomé impulso y subí ambos pies a la parte de abajo del carrito. Suerte que no está vacío, sino se me daba vuelta.

– ¡MACK, CUIDADO!

Giré mi cabeza para mirarlo, corría hacia mí. Volví a tener la vista al frente algo tarde. Impacté –más bien el carrito conmigo colgada– de lleno con una torre de frijoles. Caí al suelo y para suerte de la billetera de Andy, las cosas estaban intactas, tanto las latas de la torre, como las del carrito.

– ¿Estás bien? ¿Te hiciste daño? –Me preguntó tanteando mi cuerpo, fijándose de que no esté dañada.

No sé cómo, pero realmente caí –literalmente– en sus brazos. Me ayudó a levantarme y luego me dejó sentada dentro del carro de compras.

–Estoy bien, y creo que soy lo suficientemente grande para poder caminar por mi cuenta.

Estoy sentada tipo indio, de brazos cruzados y un puchero. Si, bastante madura.

–Si fueras lo suficientemente grande –imitó mi voz–, no te hubieras estrellado.

–Si no me hubieras gritado, no me hubiera estrellado.

–Deja el puchero, pareces tierna –picó suavemente mi nariz y reí.

–Parezco lo que soy.

Una vez que llegamos a las líneas de cajas, me volvió a ayudar, esta vez para bajarme. Pagamos los artículos y caminamos hasta mi auto, donde dejamos las cosas en el maletero.

– ¿Puedo manejar?

–Sabes que no me resisto a tus pucheros.

Le tendí las llaves y como todo caballero que es, abrió la puerta del copiloto y me dejó sentar. Mientras me abrochaba el cinturón de seguridad, el subió del lado del piloto y arrancó.

Dejamos las cosas en su casa, y al rato llegó Alex a buscarme para ir a comprar ropa.

– ¿Y qué tal este short con esta remera? –Me preguntó mi amiga mientras me extendía las prendas.

Consistía en un short blanco ajustado junto una remera negra que tiene escrito en blanco "My mama don't like you and she likes everybody". Estas son una de las millones de razones por las que amo a mi amiga, somos Belieber's desde sus inicios.

 Estas son una de las millones de razones por las que amo a mi amiga, somos Belieber's desde sus inicios

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Adaptándome a una nueva familia (Actualizaciones lentas) Where stories live. Discover now