A cambio de sangre

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¿Qué  chingados está pasando? ¿Por qué me siento todo tan pesado? ¿Acaso ya me morí? No mames, la cagotiza que me dará mi mamá después de amenazarme con un "Na'más te largas y te pasa algo cabrón..."

– ¿Cómo te llamas? ¿Me escuchas?

– C-c-arlos - digo mientras abro los ojos, y veo al doctor, no, un paramédico.

– Carlos, estás en una ambulancia. ¿Recuerdas qué te pasó?

– Diego. Todo es culpa de Diego.

Todo empezó esa mañana con la llamada de Diego frenético diciendome que ya sabía cómo conseguiríamos los boletos para Iron Maiden. La solución: sangre.

Quedamos de vernos afuera del Hospital Nacional del Salvador.

– ¡Güey está chingona la idea de donar sangre por morlacos! -  dijo Diego.

– Este pendejo... te acabas de tatuar la semana pasada, cabrón. Acuérdate que te piden un año, o una chingadera así sin que te hayas tatuado o perforado.

– ¿Y ellos cómo chingados lo van a saber? Aquí es donde entras güey. Te ligas a la enfermera, mientras finges darme apoyo o una mamada así.

No iba a lograr convencerlo de largarnos, así que accedí a su estúpido plan. Entramos al edificio, con Diego agresivamente preguntando "¿En dónde chingados se dona sangre?". Nos acercamos al mostrador con una enfermera cincuentona que sin mirarnos nos azotó dos formularios "Llenen esto."

Nos sentamos en la sala de espera mientras Diego llenaba con mentiras dichoso formulario. Tras unos minutos salió una enfermera tan buena como solo las encuentro en mis fantasías.

– Diego Torres y Carlos Vázquez pasen por favor.

Nos levantamos y la seguimos a un cuarto pequeño con paredes blancas.

– ¿Quién será el valiente que pasará primero?– preguntó mi fantasía sexual mientras preparaba una jeringa y contenedores con nuestros respectivos nombres.

Diego me dio un codazo que fue para nada discreto, mientras despegaba la mirada del trasero de la enfermera.

–Yo... –contesté inseguro.

–Perfecto– sonrió mientras tomaba mi formulario y comenzaba a anotar– ¿Tienes alguna enfermedad venérea?, ¿Has tenido hepatitis con anterioridad?. ¿Tienes algún tatuaje o perforación menores a un año?, ¿Has consumido drogas?, ¿Con qué frecuencia...?

Una vez terminado el interrogatorio procedió a limpiar mi brazo y llenar cuatro tubos con mi sangre. Después de tantos tatuajes y perforaciones me he acostumbrado bastante a las agujas. Sin embargo, noté cómo Diego palidecía y se tensaba una vez que estaba poniendo una bandita sobre el piquete.

–Perfecto Carlos, seguimos ahora contigo Diego– anunció mientras preparaba la segunda ronda de aguja y contenedores.

Diego asintió una vez en mi dirección y supe que era el momento. Me apresuré antes de que la enfermera tomara el formulario de Diego.

–De hecho, creo que me estoy sintiendo un poco mareado, las manos me están sudando un poco, de repente me dio mucho frío... – dije exagerando mi acto.

La enfermera se levantó y rápido me pasó un algodón con alcohol. Lo tomé y pretendí olerlo mientras negaba con la cabeza.

–No siento que ayude... creo que me voy a desmayar...– anuncié mientras ponía los ojos en blanco de manera dramática.

–Sígueme, en el consultorio de a lado hay una camilla. Puedes recostarte ahí hasta que te sientas mejor.– dijo la enfermera mientras me dirigía hacia el lugar prometido.

El nuevo consultorio era muy parecido al anterior, solo que este tenía una pequeña camilla pegada a la pared. Cerró la puerta detrás de ella, y me dirigí a la cama.

–Recuéstate y eleva las piernas contra la pared. Eso hará que te sientas mejor.

–Me sentiré mejor en cuanto sean tus piernas las que se eleven mientras te doy contra la pared...– le dije decidido.

La enfermera trató de protestar pero no la dejé. Me moví rápido hacia ella y en cuestión de segundos dejó de oponerse. Quién diría que mi fantasía sexual se haría realidad. Después de nuestro apasionante encuentro regresamos al consultorio en donde estaba Diego.

Diego sonrió como el pendejo que es en cuanto nos vio entrar. El cabello de Camila, la enfermera, estaba despeinado y su falda más arriba de lo debido.

–Perdón Diego, me tuve que asegurar que Carlos se sentía mejor.– dijo con las mejillas encendidas.– ¿En qué estábamos?

–En que me ibas a limpiar el brazo para ya sacar la sangre.– contestó Diego con tono triunfador.

–¡Cierto!– sonrió y comenzó el mismo procedimiento que había hecho unos minutos antes conmigo.

Una vez que tenía nuestra sangre en sus manos, tomó los formularios y pareció recordar que no tenía las respuestas de Diego.

–¿Quieres venir con nosotros en la noche al concierto de Iron Maiden? La neta es que solo por eso venimos a donar sangre, por el dinero para los boletos.– me apresuré a decirle antes de que la cagaramos de verdad. Nos sonrió y quedamos de verla a las 11. Sentía la mirada de Diego en mí. Si no era tan pendejo seguro se preguntaba cómo es que la llevaríamos si solo teníamos el dinero de dos boletos, pero fue lo único que se me ocurrió decirle.

Salimos del consultorio, y la secretaria amargada fue quién nos entregó el pago por nuestra sangre. Después de mi encuentro sexual con aquella fantasía de mujer sentía que era yo el que debía dinero.

–¡Güey somos unos pinches cabrones! Te la rifaste y seguro has de haber sufrido como nunca tirándote a semejante enfermera.– gritó Diego una vez fuera del edificio.

–¡Cállate cabrón! Que aún tenemos que ver qué chingados vamos a hacer con el otro boleto.

–Equis güey, nos vemos al rato en la entrada del concierto, yo llevo los boletos.

Nos vimos ahí casi a las 11, primero vi a Diego y en cuanto me acerqué vi a Camila vestida toda de cuero negro.

–¿Listos?– dijo ella con emoción.

Bien dicen que el karma siempre te atrapa, justo cuando nos formamos para poder entrar empecé a sentirme mareado de verdad, las manos comenzaron a sudarme y el mundo empezó a dar vueltas.

–Güey me estoy sintiendo mal...– le dije a Diego

–Ay ajá güey esa ya nadie te la cree.– dijo mientras se reía de mi desdicha

–No, güey neta...

Es lo último de lo que fui consciente. Así que mientras le cuento mi desgracia a un paramédico, al que seguro le viene valiendo verga, le pregunto cómo fue que terminé aquí, y me dice que me encontraron tirado a un lado de la fila y creyeron que me había dado una sobredosis.

¿Diego y Camila? Adentro en el concierto con MI boleto y yo aquí pues cagándome.

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⏰ Last updated: Apr 03, 2020 ⏰

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