2. "Lluvia de flores"

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-¡Muy buenas, chicos y chicas! Gracias por dedicarle unos minutos de vuestro tiempo a leer esta historia. Antes de comenzar con ella, deciros que este capítulo contiene escenas +18, así que pequeñines, podréis leerlo cuando lleguéis a dicha edad! Dicho esto...¡qué lo disfrutéis!-


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La presa huía a una velocidad endiablada, metiéndose entre los huecos de raíces y arbustos. Lo que ella no sabía es que no había manera de escapar de aquel monstruo. Tenía las patas más largas, más energía y más fuerza. Si se escondía entre las raíces, de un mordisco las arrancaba. Si lo hacía en un agujero, aquel oscuro animal de dos zarpazos lo abría para poder meter el hocico sin problemas. El caso siempre era el mismo. La presa terminaba por cansarse... y Swift aprovechaba el momento para clavarle los dientes y matarla.

El sabor de la sangre que se resbalaba por su garganta le traía recuerdos del pasado. Un pasado que era imposible de traer al presente. Su vida cambió hace ya milenios y eso debía de entenderlo por mucho que costara. Ahora su única vida era Agnes. El problema era que a veces la chica le recordaba muchísimo a ella.

-Vamos, Swift. ¡Espabila! Seguro que "cabeza de chorlito" ya estará buscándote por tardar demasiado-se dijo así mismo.

El gran lobo no tardó en volver a la casita que compartía con Agnes, con una gran liebre entre sus fauces. Hoy comerían guiso de conejo con verduras recién cogidas de la huerta que se encontraban detrás de la casa. Antes de entrar en el inmenso claro del bosque, una flor de un intenso color rojo le llamó muchísimo la atención. Dejó la liebre a un lado y olisqueó la flor con detenimiento.

Nunca había visto algo así en la tierra. Entonces, como si alguien hiciera click en su cabeza, alzó su rostro hacia la inmensa cúpula de espinos que rodeaba el lugar y las vio. Allí, unidas a la fuerte maleza en las alturas, estaban las mismas flores. Que una de ellas cayera al suelo, no presagiaba nada bueno.

-"Cuando del cielo llueva sangre, el momento del despertar de la reina habrá llegado. El rey elegido creará en su vientre a nuestro nuevo linaje y el mundo al fin conocerá la paz que le fue negado"

Swift sabía que aquel día iba a llegar tarde o temprano. La antigua reina ya se lo comunicó antes de morir, así que sus palabras volvieron a su mente cuando vio de donde había caído la flor. Él tenía una función en todo aquel plan. Durante años, se había mentalizado de ello. Se lo prometió a la madre de Agnes. A su amada. Pero ella ya no existía y él había cambiado después de miles de años. No quería aquel futuro para Agnes, incluso si eso significaba que no habría salvación para él.

Recogió la liebre del suelo y buscó a Agnes moviendo la cola alegremente. No debía verle preocupado o si no la chica comenzaría a preguntar sin descanso. Llegó al huerto y le sorprendió ver que no se encontraba allí, así que supuso que estaría en la cocina cortando las verduras. Entró en ella con aquella alegría fingida y de nuevo, Agnes no estaba allí.

-¿Dónde demonios se habrá metido esta cría?

Dejando la liebre encima de la mesa de la cocina, comenzó a olisquear para encontrarla de una vez.

-Agnes...ahora no es momento de jugar al escondite. Tenemos que preparar la comida.-dijo en voz alta.

El silencio fue su única respuesta. Comenzó a recorrer toda la planta baja sin encontrar ni rastro de Agnes. El único sitio que quedaba por ver de la casa era la segunda planta. Si no estaba allí, tendría que entrar al bosque. Sin pensárselo dos veces, subió los escalones rápidamente y un bulto en mitad del pasillo le dio la bienvenida. Rápidamente corrió hacia la chica, lamiéndole la cara.

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⏰ Last updated: Jan 14, 2017 ⏰

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