#21

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Ian estaba de los nervios. Ayer, cuando llegó a Nueva York a las doce del mediodía, había llamado a Katie. Nada más bajarse del avión lo había hecho dándole igual lo que su hermana pudiera pensar.

No había obtenido respuesta.

Él no quiso insistir mucho para no ser pesado, pero estaba preocupado. Mucho. No lo estaría tanto de no ser porque ella se estaba quejando de algo e Ian no sabía porqué.

¿Quizás era por lo que le dijo una vez de que su madre la había abandonado a ella y a su familia cuando ésta nació? Probablemente no lo había superado aún.

O tal vez era algún dolor físico. Ian se preguntaba si tenía algo que ver con aquella especie de trozo de metal que vio encima de su cama en la primera foto que la peliazul le pasó.

Seguía preguntándose qué era aquello. Veía la foto a cada rato, como estaba haciendo ahora, y no conseguía saber nada. Era alargado, casi del tamaño de la pierna de Katie, color gris metalizado con algunas correas, como pequeños cinturones.

Definitivamente, él no sabía lo que era.

Sabía que ella no iba a responderle si le preguntaba y tenía muchas dudas. Todo lo que la implicara a ella, lo intrigaba. Quería saberlo todo sobre Katie aun cuando hacía un mes ni siquiera sabía de su existencia.

Estaba loco. Se sentía completamente fuera de sí, su cordura estaba rozando los límites por esa chica. ¿Qué tenía que lo traía de cabeza de esa forma? Tal vez el bonito gris claro de sus ojos tenía algo que ver.

¿O tal vez eran las dulces facciones de su cara, tan infantil a pesar de su fuerte carácter? ¿Quizá sus carnosos labios que incitaban a ser besados con toda la paciencia del mundo una y otra vez sin límite de tiempo?

O aquellas manos tan delicadas que se veían en la foto, aunque una estaba sosteniendo el teléfono móvil y la otra descansando en su abdomen tapado con una camiseta de una caricatura conocida.

La otra foto que le pasó con poca ropa por accidente, Ian la había borrado como le prometió. En realidad no quería hacerlo, era un hombre ante todo por mucho que la respetara. De donde no pudo borrar la foto, fue de su imaginación.

¿Podría ser su pequeño cuerpo. al que se abrazaría como un koala y no soltaría jamás, eso que le hacía perder la cabeza? Aunque Ian suponía que él era más alto que ella y debería ser Katie la que se abrazaría a él, pero no le importaría hacérselo a ella.

No podía evitarlo. La chica era misteriosa e intrigante. ¿Cómo alguien con aquel físico de dulzura personificada podría ocultar tantas cosas? Katie era de ese tipo de personas que siempre te sorprenden ya sea para bien o para mal, pero siempre lo hacen.

Ahora mismo, Ian estaba sentado en el sofá de su casa mirando encima de la mesa del comedor, justo donde estaba su teléfono móvil. Quería escribirle para saber si estaba bien, pero la última conexión de ella fue de ayer en la madrugada, coincidiendo cuando hablaron por última vez.

Se levantó decidido y le escribió:

"No quiero ser pesado, pero te he estado llamando y no contestas. Estoy preocupado. ¿Todo bien, preciosa?"

Él sabía que a ella le gustaba ese apodo y que le gustó desde que la llamó así por primera vez, pero era orgullosa y al principio no iba a decírselo. Aunque pudo haberlo suprimido en la pegunta para dejar solo un "¿todo bien?", no lo hizo.

Quería hacerla sentir bien, tranquila, feliz. Quería que con él se sintiera protegida, a pesar de que no le permitía conocerla en persona, pero Ian no sabía de qué tenía que protegerla.

Mensajes para ella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora