c97 Y el hoy , algún día, será un recuerdo del mañana

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Wagamama na Koi. Arashi c97

Y el hoy , algún día, será un recuerdo del mañana


— ¿Por qué me acompañas como si tuviera tres años?

— Porque esa es realmente tu edad mental.

— Entonces eso te convierte a ti en un pederasta mental, ¿no?

— Qué bruto eres...

Takeshi se acercó a él y lo pegó contra el muro de la calle. Ryu lo miró desde arriba, con una media sonrisa. Estaban a pocos metros de la entrada al jardín de la casa de Takeshi. La calle estaba tenuemente iluminada por las farolas. Muchos de los vecinos estaban ya durmiendo. Otros seguían despiertos, dejando escapar por sus ventanas la luz de sus lámparas encendidas. En algún punto de la calle se escuchó el sonido de un televisor encendido.

— ¿Vas a dejar irme así? ¿Con la polla caliente? —Takeshi se acercó a su cuello y lo besó tras la oreja.

Escuchó a Ryu gemir. Eso se la puso más dura aún. En sus labios seguía el sabor de los besos que se habían dado pocas manzanas atrás, escondidos en un rincón sin ventanas ni farolas.

— No sé por qué, pero el hecho de saber que no voy a llevarte a casa hace que tenga aún más ganas de metértela —Las manos de Ryu estrujaron la chupa de cuero negra de Takeshi. Lo aferró más a él. Lo acercó a su cuerpo para sentir su calor—. ¿Y si subo a tu casa?

Los ojos de Takeshi lo miraron de forma lasciva.

— ¿Quieres que mi madre me mate?

— En el suelo. Sin sonidos.

— ¿Dónde ha quedado tu maldita decencia?

— Me la robaste. Hazte cargo de las consecuencias.

De pronto, una fina lluvia comenzó a caer sobre sus cabezas. En sus labios se mezcló lo dulce con lo salado. Las gotas se fusionaban con la propia saliva. Las nubes habían bajado para fundirse en sus besos.

Entraron a la casa entre risas pero con el cuidado de no despertar a nadie. Takeshi instó a Ryu a que dejase los zapatos dentro de la cajonera, para que su madre no se diera cuenta de que estaba ahí en caso de despertarse antes que ellos. Subieron descalzos las escaleras. Sus manos se rozaron en alguna esquina. Takeshi abrió la puerta de su habitación. Por suerte, la de su madre quedaba en la otra punta del pasillo. Habría que montar un buen escándalo para que escuchase algo, pero Takeshi no quería escatimar en cuidados. La cerró cuando entró Ryu tras él.

Se besaron de nuevo. El sonido de la lluvia golpeaba la ventana. Pareciera como si el cosmos se hubiese puesto de su parte para acallar las voces del placer. Se hacía más fuerte a cada minuto, ensordeciendo al poco rato todo el vecindario y acallando cualquier ruido que pudiese haber en aquella noche. Hacía eco por cada rincón de la casa. El viento arraizó. Las ventanas temblaron un poco.

— ¿Lo recuerdas? —Ryu había apoyado su frente contra la de Takeshi. Este miraba a sus labios. Alzó los ojos.

— Lo recuerdo.

Takeshi lo besó con ganas. Con ansias de él. Pasó las manos por su cuello para mantenerse a su altura. Ryu bajó su boca para acercarse lentamente a su cuello, y besarlo como si estuviese tomando el néctar de la vida. Aquella piel era su hogar; aquel olor, lo único que podía salvarlo.

— Tengo frío —Susurró Takeshi—. Tengo frío, Ryu.

La habitación estaba más cálida que otros días. Era la madrugada del uno de marzo y la primavera se dejaba acariciar por la yema de sus dedos. Pero ambos sabían el significado de aquellas palabras. Pocos meses atrás. En otra noche lluviosa. En una noche de invierno.

Wagamama Na Koi 3  ARASHIحيث تعيش القصص. اكتشف الآن