-Toma.- le entregué el manojo de llaves que ella algún día me dio con algunas más llaves y un papel con las direcciones. Ya estábamos en el auto que habíamos dejado en el aeropuerto. Yo conducía.

-¿De qué son?- preguntó curiosa.

-Las llaves de tu casa en Miami, las otras dos de colores son las de las casas de México que ahora son hostales... no te sirven mucho esas dos. Una es del departamento en Nueva York donde se supone vivirías con Lucy, la otra es del departamento en Madrid, una es de una casa en el campo que te dejó Ana... esa decidiste dejarla sólo para ti, es muy bella. Y las dos que quedan es la de nuestro departamento aquí en Miami y la del cajón donde están algunas cosas tuyas y mías. Puedes ir cuando quieras, yo no estaré porque tengo que volver a Nueva York... y en el papel están las direcciones de cada lugar y los colores de cada llave, por si no recuerdas de qué es cada una.- ella asintió.

-¿Lauren te puedo hacer una pregunta más, antes de llegar?- asentí con una sonrisa- ¿por qué me quitaron el útero?- no se lo quería decir.

-Camila, no creo que te deba de decir. Fue algo que te dañó mucho mentalmente y para mí no fue nada fácil verte así de vulnerable como en aquellos tiempos... por favor no me hagas responderte.

-Lauren, por favor...- suspiré.

-No, Camila. Me puedes pedir lo que sea, menos que te responda eso.

-Lauren es lo último que te pido... por favor.- asentí, lo sentía tanto.

-Bien... como ya sabes cuando murió Lucy tú recién habías cumplido 18 años- asintió- y también sabes que después de eso te fuiste de viaje por dos años y viviste la vida muy alegre- volvió a asentir, miré por el retrovisor a Lorena que dormía muy cómodamente-. Bien... cuando tenías 19 años tú ya conocías a Austin, eran dos amigos que a decir verdad se llevaban muy bien- me miraba atenta-, ustedes eran como amigos con derechos- abrió los ojos muy enormes-. Él te quería, en serio te quería y tú sólo lo mirabas como un juego- frunció el ceño-. Un día se acostaron como una de las tantas veces que lo hicieron, pero esta vez estaban demasiados ebrios y tú además estabas drogada, no usaron protección y bueno... quedaste embarazada- se cubrió la boca con algunas lágrimas que amenazaban salir, yo no apartaba la vista del frente, casi llegábamos a la casa de los Cabello-. Y bueno, tú no querías tener al bebé y Austin sí y por más que pensaste en abortar Austin no te lo permitió. Con los meses te sentiste encariñada con tu bebé- ella tocó su vientre, ya lloraba- y una noche mientras dormías al lado de Austin, lo perdiste... de forma natural- un gran sollozó salió de entre sus labios, el cual cubrió con su mano-. Los doctores dijeron no había sido tu culpa, era tu aparato reproductor que no era muy fuerte y que quizás en el futuro te podía traer mayores consecuencias. Te sentías culpable por el simple hecho de haber deseado al principio que no naciera... y días después de eso huiste como lo solías hacer cuando algo te dañaba y dolía de más... días después estabas esquiando en Suiza- la miré queriendo decirle que todo está bien ahora, pero no podía, ya estábamos en el garaje de la casa de sus padres-. Al pasar los años te seguías sintiendo culpable y algunas noches llorabas deseando saber cómo hubiera sido tu hijo y siempre decías que el lugar a donde siempre lo llevarías sería a Disneyland- ella no podía dejar de llorar- y bueno cuando tenías 20 te quitaron el útero por secuelas de aquello, además que si lo dejaban en su lugar te podía traer peores problemas en un futuro... ¿nunca te preguntaste por qué nunca te ha venido la regla y por qué tienes cambio de humor tan terribles?- reí para tratar de aligerar el ambiente, pero no pude.

-Yo... iba a tener un hijo- se cubrió la cara con las manos, la quise abrazar pero se apartó- no me toques... por favor. Jamás me imagine que esa fuera la razón y... en este tiempo me sentía tan perdida que no pensé en eso y Andy sólo me apoyaba en lo que yo decidía... ¡iba a tener un hijo! Y ahora no puedo... yo no lo quería, fui tan estúpida... no merezco nada- y ahí estaba de nuevo la Camila que se odiaba por sus malas decisiones. Me mataba verla así, pero no podía hacer nada.

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