No había nada mejor que estar con él. Mi esposo no era ni la mitad de bueno que su hermano… Empujé sus pantalones hacia abajo y entre los dos terminamos de quitárselo. Observé el contorno de sus musculosos muslos cubiertos únicamente por sus bóxers.
¡Qué hombre tan espectacular tenía en mis brazos! ¡Y pensar en lo que había estado perdiéndome por estar con Thomas!

Creí que me derretiría al ver aquella sonrisa sexy esbozada en los labios de Ian. Era hermoso, seductor. Puso sus manos en mi espalda y desabrochó mi sujetador con facilidad, como si lo hubiese hecho un millón de veces antes. A diferencia de mí, él tenía mucha experiencia con cientos de mujeres. En cambio, yo solamente había estado con un hombre en toda mi vida.

A pesar de que me sentí excesivamente sorprendida y urgida, no pensaba demostrarlo. Debía aparentar ser una mujer distinta. Él retiró mi brasier poco a poco para apreciar mis senos desnudos. Un fuerte ardor me cruzó entre las piernas cuando los besó. Mis pezones palpitaban. Una de sus manos me acariciaba mientras que la otra me tomaba del cabello con vehemencia. Me retorcí involuntariamente.

Con premura, entre besos, caricias y mordidas, eliminamos cada una de las prendas que nos restaban. Él se aferró a mi cadera antes de entrar en mí. Experimenté la sensación más placentera que jamás había sentido. Era lo más cercano al cielo que había conocido.

Ahora estaba segura de que nadie me haría sentir de tal manera. ¿Cómo un simple mortal podía llevarme tan lejos del mundo? Aquel éxtasis era sobrenatural. Le clavé los dedos en la espalda mientras lo abrazaba con mis piernas. En lo único que podía pensar era en lo mucho que lo amaba. ¿Cómo podía haberme dado tanto en una sola noche?

¡Oh, Ian, eres sólo mío!

Los dos temblamos al mismo tiempo cuando fuimos atravesados por una oleada de plenitud.

—Te amo —me dijo con voz firme a mitad del desborde de pasión.

—Te amo —no fui capaz de contener esas palabras. Tenía que decírselo. Lo amaba con toda mi alma, como nunca antes había amado a nadie.

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Con certeza podía afirmar que había sido la mejor noche de toda mi vida. Nunca ninguna mujer había logrado hacerme sentir como Bianca lo había hecho. Mi satisfacción había sido tal que fui el primero en decir “te amo”. Ella era la única a quien alguna vez le había dicho esa frase con sinceridad. Aunque podía decírselo a cualquiera sin problemas, nunca sería cierto. En cambio, con Bianca realmente lo sentía.

Podría acostumbrarme sin dificultad a pasar todas y cada una de las noches que me quedaban vivo a su lado sin cansarme. Podría vivir en la cama con ella y nunca me aburriría.

Sentí mucha envidia de mi hermano porque había sido tan afortunado como para tener cientos de noches junto a Bianca.

Por un momento me sentí utilizado. Quizá ella solamente había estado conmigo por la furia que sentía o para olvidarse de Thomas. O tal vez sólo deseaba vengarse. Sin embargo, no me importó. Si ser usado se sentía tan bien, ¡adelante! Además, la había oído decirme te amo de forma tan honesta…

Lo único que me importaba era que la amaba y que al fin habíamos estado juntos. La había hecho mía. Aunque estuviera casada con otro hombre, me pertenecía.

Ella se encontraba suspirando sobre mi pecho. La miré a los ojos con deseo. A pesar de que acababa de tenerla, la seguía anhelando. Su mirada tenía un brillo especial, algo que me decía que me amaba. Era imposible que estuviese pensando en alguien más cuando la tenía entre mis brazos desvestida, radiante, sonrosada y sensualmente despeinada. Nuestras piernas se entrelazaban debajo de las sábanas.

TÚ, YO Y ÉL (NUEVA VERSIÓN)Kde žijí příběhy. Začni objevovat