CAPÍTULO 3 - NUESTRO DESTINO.

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Confundido por el rechazo del hombre, JongIn buscó en sus memorias algún acto suyo que motivara aquel desaire de quien lo había cuidado por 16 años.

-No debes estar aquí... será mejor que te marches de inmediato...- Masculló mientras tomaba al chico de las muñecas, arrastrándolo fuera de la casa.

-Pero... padre... yo...- el joven intentaba apelar a los buenos sentimientos del hombre, pero todo fue en vano, cuando se detuvieron, ya estaban lejos de la casa.

-¿Qué parte no entiendes?- preguntó lleno de desdén dando un empujón al chico. -...Este ya no es tu hogar... no me importa a donde vayas siempre y cuando sea lejos de aquí.

El corazón de JongIn terminó de romperse cuando fue exiliado por su propio padre fuera de los terrenos de su familia, sin permitirle siquiera ver a su madre por última vez.

Fue el miedo a perder sus bienes, a ganarse el odio de su esposa por haberle mentido o por las desgracias que anticipaban la presencia del moreno. Cualquiera que fuera el motivo, el hombre condenó a su propio hijo a vagar solo por el bosque, sin nada más que un abrigo de piel para cubrirse del frio nocturno.

-No lo entiendo... ¿acaso hice algo mal? ¿Es porque no pude curar a KyungSoo?- JongIn repasaba en su mente una y otra vez lo que había ocurrido, sin encontrarle explicación a sus pesares.

Fue cuando estaba por ceder ante el sueño que un graznido lo hizo elevar la mirada, reconociendo de inmediato al ave agarrada a la rama de un roble.

-Kyung...- soltó en un susurro y trepó al árbol, asegurándose a la misma rama en la que descansaba el cuervo. -...no sé qué hacer, no puedo regresar a casa... no soy bienvenido en ninguna parte... y no entiendo que hice mal... –se desahogó entre sollozos sin saber si el príncipe lo pudiera escuchar o no.

Y de hecho así era, KyungSoo no solo podía ver a través de los ojos del ave, sino que también oía a JongIn lamentarse. Mientras avanzaba en su discurso más quería el bajito estar al lado del humano, no mediante un pájaro sino de cuerpo presente. Le dolía su soledad tanto como lo era su deseo por subsanarlo.

Durante los días siguientes el cuervo guió los pasos de JongIn, muchas veces descansaba sobre sus hombros como antes lo hacía en los del pelirrojo. La esencia del príncipe por medio del ave mantenía oculta la de JongIn, por lo que lo mantenía a salvo de otros demonios.

JongIn hablaba con él como si Soo estuviese junto a él, no le importaba no oírlo ya que el bajito sabía como enviarle señales en forma de respuesta.

En una de sus tantas charlas, el chico le había contado sobre la bufanda tejida que había perdido meses atrás, de lo significativa que era para él y de cuanto lamentaba no tenerla.

Esa conversación motivo al príncipe a buscarlo, una misión relativamente fácil ya que al ser tan significativo para JongIn, su energía espiritual estaba impregnada en la prenda, resplandeciendo de entre las demás. Soo únicamente tenía que seguir las huellas.

El trozo de tela se encontraba guardada en una de las habitaciones de la mansión de sus padres, conservado como si fuese el más preciado de los tesoros. Con sumo cuidado tomó la bufanda entre sus garras y retomó el vuelo alejándose lo más rápido que pudo de ahí.

Cuando regreso al lado del humano, lo encontró rodeado de una pandilla de ladrones, en ese tiempo era muy común la caza de esclavos.

-Sera más fácil para todos si no te resistes mocoso, muerto o herido no nos sirves de nada.- soltó uno de los hombres mientras los demás acorralaban al más joven, quien apenas contaba con un tronco viejo para defenderse.

El Prometido del Príncipe Cuervo #InfiniteChallengeWhere stories live. Discover now