Un camino hacia el autodescubrimiento

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Micaela la miró y le dijo: – Alguna vez ¿te sentiste incomoda al recibir un abrazo o un beso de parte de alguna amiga o conocida? O ¿miraste a todos lados para asegurarte de que nadie se había dado cuenta que estabas mirando a una chica, y no podías sacarle la vista de encima? O ¿pensaste que sentías cierta atracción por alguna chica, porque necesitabas tener una amiga? Te cuidabas de hacer o decir determinadas cosas por temor a que pensaran mal de vos, de tus intenciones. Sin saber porque podrían pensar mal. Primero porque no te gustaban las mujeres y segundo porque eran cosas normales como dar un abrazo por ejemplo.

Azul la escuchaba asorada, parecía que la estaba describiendo. Muchas veces se había sentido así a lo largo de su adolescencia y gran parte de su juventud. Nunca supo explicarse por qué.

– Muchas veces me pasaron situaciones como esas. Incluso cuando me enfurezco con Eve en el viaje. Uno de los motivos fue que siempre nos molestaban con el versito de "ustedes dos andan juntas", entre otras cosas. Y de la que hablaban y decían esta es re gay, era de mi, no de ella.

– Y si vos no eras, o no creías serlo. ¿Por qué te molestó tanto?, Seguramente que si le hubieras dicho lo mismo a las otras chicas, se hubieran reído, sin darle la menor importancia. Pero, a vos, te enojaba. Nunca te preguntaste ¿Por qué?

– No, después del viaje, yo enterré todo eso en el pasado, y nunca más pensé o hablé del asunto. Hasta que volví a encontrar la carta. Y desde entonces no tuve mucho tiempo para ponerme a analizarlo, pasó todo tan rápido.

– Tal vez te molestaba tanto, porque muy en el fondo, sabías que era cierto que te gustaban las chicas. Te esforzabas tanto en que no se notara, en negarlo de manera inconsciente, que cuando te decían algo referido a eso, te enojabas. Porque tenías miedo de que no te quisieran, de que te aíslen y porque todo el esfuerzo que hacías por ser como los demás, era inútil.

Azul le respondió: – Si lo analizo desde esta mirada, eso explicaría muchas cosas. Y vos, ¿Cómo sabés todo esto?

– Primero, no te olvides de que soy psicóloga y trabajo en una escuela con adolescentes. Y segundo, una de mis mejores amigas de la juventud, es gay y fueron muchas charlas las que tuvimos sobre el tema. Y yo siempre la mataba a preguntas. En mi adolescencia era mucho más raro que en la tuya, no se mencionaba el tema ni siquiera para molestar a alguien.

Me acuerdo que el día que me lo contó. Ella estaba muerta de miedo, porque no entediera o no quisiera seguir siendo su amiga. Y yo, estaba fascinada, quería que me contara todo. Cómo se dio cuenta, quien le gustaba, y mil preguntas más.

Pese a la época, la vieja nos educó de una manera muy particular, mente abierta, nos decía "lo único que tienen que mirar para aceptar o rechazar a alguien es que sea buena o mala persona".

– y, alguna vez ¿estuvo enamorada de vos?, o ¿le gustaste?

– No. Siempre me dijo que yo era su mejor amiga, su hermana de la vida, que no me veía de otra manera. No le atraía sexualmente. Y yo siempre la peleaba y le decía, claro, por eso no te gusto, porque soy fea. Y un poco se enojaba, hasta que me seguía la broma y me decía obvio, no sos mi tipo.

- ¿Y te dijo alguna vez cómo se daba cuenta que le gustaba alguien, o que se estaba enamorando?

– Eso, es igual para todo el mundo, te gusten los hombres o las mujeres.

Ves a esa persona y se te acelera el corazón. O tenés mariposas en la panza como dicen. Sentís que no te alcanza el tiempo que compartís, que siempre querés más. Y cuando están separadas seguís pensando en ella. Sentís que necesitas el contacto con el otro. Una caricia, un abrazo, sentís que tenes ganas de detener el tiempo cuando están juntas. No podés ocultar la sonrisa al verla, esa sonrisa que nace de la complicidad entre ambas. De una conexión que trasciende lo físico, algo que solo compartís con ella. Es mirarse a los ojos y darte cuenta que no necesitás nada más, que estás completa.

– Mirándolo ahora, a la distancia, creo que estaba enamorada de Eve, sentía todas esas cosas y más. Pero... pasaron ocho años. Si bien al mirar sus fotos, sigo sintiendo esos cosquilleos y que el corazón se me acelera, no se qué me va a pasar cuando la vea. O que le va a pasar a ella cuando me vea. Ya no somos adolescentes, crecimos y aunque en el fondo sigamos siendo las mismas, muchas cosas cambiaron.

- ¿A qué le tenés miedo Azul?

– A haberme dado cuenta de lo que siento demasiado tarde.

– Si no lo enfrentás, no lo vas a saber. Y no hay nada peor que quedarse toda la vida con la duda. Incluso es peor que el rechazo. Por lo menos te queda el hecho de haberlo intentado, de haberte jugado por lo que sentís, más allá de los resultados.

Cuando volvieron de la caminata, Clara las estaba esperando en la cocina con el cronograma de actividades para el día.

Micaela y Azul se miraron y no pudieron contener la risa. Parece que le esperaba un día muy ocupado por delante.

"Ámame a pesar de todo". Parte 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora