Capítulo 1: Emboscada

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Se conocían desde la juventud, pues habían luchado juntos en diversas contiendas. Incluso le acompañaba el día que Kilian conoció a la que sería su mujer. En los días que no se encontraban de servicio, solían acudir a la taberna del pueblo a beber hidromiel y cantar las canciones populares. Kilian le tenía en muy alta estima y por eso le había encomendado aquella misión.

A medida que salía el sol y la niebla iba disipándose, los aldeanos y soldados habían comenzado a recoger el campamento, a sabiendas de que a mediodía tendrían que entrar en aquel viejo bosque. Había mucho que recoger aquella mañana, se podían contar más de doscientas tiendas, unas cincuenta con el escudo de Novgalain, un león blanco sobre un fondo a rayas negras y rojas. Estas tiendas pertenecían a los militares. El resto eran tiendas de los habitantes del pueblo, que se distinguían por estar dispuestas sin ningún orden y un desgastado blanco que coloreaba sus telas.

Kilian caminaba preocupado entre las tiendas y llegó al límite del campamento, donde el sendero se adentraba en el bosque. Al llegar, se acercó al centinela que vigilaba el bosque.

-    ¿Nada aún?- preguntó Kilian.

-    No, señor aún no ha regresado nadie. - replicó el centinela.

Kilian frunció el ceño preocupado y volvió sobre sus pasos de camino a su tienda para hablar con su mujer, Helena. La encontró escribiendo, como de costumbre, en su pequeño diario que llevaba siempre consigo. El diario se apoyaba sobre una pequeña caja de madera vieja, junto a él se encontraba una vela de cera que se consumía a la vez que iluminaba el interior de la tienda.

Helena se levantó del suelo y le saludó con una sonrisa y un beso en la mejilla. Al ver a su marido con rostro serio, le preguntó:

-    ¿Qué ocurre amor mío?

-    Temo por nuestros hombres, por nuestras vidas y la de nuestro hijo. - respondió Kilian preocupado. - Además, hay que hacerle llegar a tu padre la información que poseemos o de nada servirá el viaje.

-    Lo conseguiremos como sea. Cuando lleguemos a la ciudad no habrá nada que temer. Y podremos dar a nuestro hijo la vida que deseamos. - dijo Helena, tratando de consolar a Kilian.

Kilian mostró una tímida sonrisa y tras besar el vientre de Helena, salió de la tienda. Helena se quedó a solas en su tienda y, mientras se peinaba su largo cabello dorado, comenzó a recordar el momento el que conoció a Kilian. Se encontraba luchando contra una partida de orcos. Los dos guerreros que la acompañaban habían muerto, uno siendo alcanzado por una afilada lanza en el cráneo y la otra recibió una puñalada en el estómago y otra en el corazón que le hicieron caer de rodillas. Mientras, Helena se enfrentaba a cuatro enormes orcos. Había conseguido acabar con dos de ellos, cuando su compañera cayó, y al instante una espada orca le atravesaba su rodilla, la de uno de los orcos que aún se mantenía en pie. Sus esperanzas de salir con vida se habían esfumado cuando oyó el silbido de unas flechas y aquellos orcos que la rodeaban cayeron fulminados. De la rodilla atravesada emanaba un riachuelo de sangre que descendía por su pierna hasta el suelo. Un charco de sangre comenzó a formarse alrededor de ella y se encontraba tumbada en él cuando alzó la vista ya y vio a un hombre joven con un arco que salía de la arboleda. Aquel hombre, resultó ser su marido años más tarde.

A Helena le gustaba recordar aquello, pues aquel hombre joven, con el paso del tiempo se convirtió en su marido. Tras peinarse y vestirse, guardó su diario y fue a por su caballo. El semental de pelaje marrón fue el regalo de boda que le hizo Kilian. Una mancha blanca se dibujaba alrededor de sus enormes ojos como un antifaz. Al tacto resultaba áspero, y sus músculos resaltaban sobre la piel. Ella, a diferencia del resto, montaba sobre el lomo de su montura sin necesidad de usar la silla de montar. Aquello enervaba a Kilian por una posible caída, pero ella había aprendido a montar así desde pequeñita y se había convertido en una excelente jinete. Al pueblo le maravillaba el arte con que montaba y trotaba por las calles de la aldea.

El enigma de KilianWhere stories live. Discover now