Capítulo 1: Emboscada

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Era una mañana fría y húmeda de otoño. La niebla no dejaba ver a más allá de tres pasos de distancia y únicamente se oían los relinchos de los caballos.

El capitán Kilian salió silenciosamente de su tienda, cuidando de no despertar a su mujer.

El campamento improvisado se había levantado en la entrada al bosque de Arlen, cuyos viejos árboles se erguían amenazantes a pocos metros de las tiendas. Hubo un tiempo en el que no era transitado debido al temor a los bandidos y a las bestias que lo habitaban, pero durante los últimos meses del reinado de Horatin se había abierto un sendero de tierra y construido una posada. Aquello había alejado a la mayoría de las bestias y el número de ladrones había descendido debido a la escolta que había comenzado a acompañar a las caravanas de transporte. Todo esto fue antes de que Amkar se dividiera, tras la muerte del rey, en los reinos de Novgalain y Lumberya, que debían sus nombres a los hijos de Horatin, Novgalal y Umber. Ahora esta zona del bosque formaba la frontera entre ambos reinos y el Reino Élfico.

Novgalain y Lumberya habían tenido numerosos enfrentamientos en el pasado, pero en los últimos años se habían intensificado, pues los hombres de Novgalal había comenzado la invasión de Lumberya.

Kilian a sus cuarenta años era un veterano de estas pequeñas guerras aunque últimamente sabía que la situación se encontraba más tensa que de costumbre. Había crecido en el pueblo de Torryn, en la región de Novgalain. El capitán era alto y su melena rizada le cubría parte del rostro ocultando algunas de las cicatrices que le hacían parecer mayor de lo que era. Portaba una armadura de cuero que protegía su pecho y bajo esta armadura una camisa de tela gris ceñida a su robusto cuerpo. Las botas que vestía aparentaban haber llevado una larga vida si se observaba su desgaste, incluso una de ellas llevaba un agujero seguramente provocado por alguna flecha.

Caminando entre las tiendas, le invadían los recuerdos de su formación en el ejército real, de su rápido ascenso a capitán y de sus primeras escaramuzas. Sin embargo, esta vez no dirigía un destacamento militar, sino a toda su aldea en una huida desesperada. Era verdad que, al estar situada próxima a Lumberya, sus habitantes recibían una instrucción básica del combate, pero se temía que aquello no fuera suficiente.

La noche anterior envió una avanzadilla a adentrarse en el bosque, en búsqueda de la posada de Piedrablanca. Sin embargo, ya habían pasado horas sin noticia alguna y el tiempo apremiaba, había que cruzar ya. Recordó la última conversación en la tienda antes de despedirse de Marryn en la linde del bosque.

-    Ante cualquier amenaza, regresa de inmediato, no podemos perder más hombres. Te daré tiempo hasta el mediodía, entonces marcharemos.

-    Sí señor, estaremos de vuelta antes de eso. -Respondió despreocupado Marryn.

-    Eso espero. -suspiró Kilian.

-    Una última pregunta mi señor, si me la permite.

-    Adelante; pregunta. -respondió el capitán.

-    ¿Por qué cruzar Arlen y no bordear el bosque?- preguntó inquisitivamente.

-    Tú mejor que yo sabes la respuesta, es la manera más rápida de ponernos a salvo y llegar a nuestro destino. Además cruzar por las montañas podría resultar fatal, si ellos llegaran.

-    Lo sé, es solo que el bosque me da mala espina. Siento molestar con mis estúpidos pensamientos. -dijo Marryn al ver la cara de su amigo.- es cosa mía, no te preocupes.

Kilian posó su mano sobre el hombro del soldado y le dijo:

-    Espero que sólo sea cosa nuestra, amigo mío. Hasta mañana. - se despidió y se marchó de la tienda.

El enigma de KilianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora