1809 (inspirado en Goya)

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Ahorcados, uno tras otro, mientras el rey veía y disfrutaba desde su palco cómo morían, uno tras otro.

“La herejía debe ser castigada”, pensaba el obispo mientras observaba la manera en que su rey gozaba con los bailes de aquellas doncellas condenadas. Entonces, el obispo se lamió  los labios anticipando lo que sentiría cuando viera morir a aquellas doncellas malditas por maldecir el espíritu de su amado rey. Se anticipaba y su placer aumentaba al pensar que su rey también se regocijaría, tal como había sucedido cuando castigaron, humillaron y ahorcaron a los hombres herejes.

Ahora, por el paisaje se riega la sangre, convirtiendo el ambiente en una bella ciudad llena de bellos cadáveres. Lo que más le gusta a él del paisaje es ver colgado al rey, a su esposa y a su enemigo, el obispo; verlos colgados y tan maltrechos como ellos habían hecho con muchos hombres y mujeres, como habían hecho con el pueblo que ciegamente había creído en ellos.

Belleza en la muerte (Cajón de relatos II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora