Paul aparcó en frente de mi jardín. A pesar de todo, cuando salimos del quirófano vacío no fuimos capaces de encontrar el lugar en el que se suponía que debía de estar realizándose el transplante.
Vimos a algunos cirujanos charlar tranquilamente mientras tomaban café, y alguna que otra enfermera atendiendo una cesárea de urgencia. Pero ningún transplante. En ningún quirófano.
– No sé qué decirle a mi madre – dije antes de despedirme de él –. Tal vez nos hayamos equivocado de sitio o se nos haya pasado la hora y se enfade.
Paul me sonrió tiernamente, después me agarró la mano y acarició mi dedo con los suyos. Una electricidad extraña y reconfortante recorrió mi brazo hasta llegar a mi hombro y provocarme mariposas en todo el cuerpo.
– Dile que te ha gustado mucho – sugirió él.
Apretó mi mano con más fuerza. Entonces dijo:
– ¿Puedo besarte una última vez antes de que entre vigor nuestro acuerdo?
Sentí que enrojecía súbitamente. Mi piel se erizó.
– Si lo haces, ¿no te marcharás y te alejarás verdad?
Cuando ya estaba cerca de mí y pude sentir su aliento bañando mis sentidos respondió:
– Te lo prometo.
Y nos fundimos en un tierno beso de despedida.
***
Cuando subí las escaleras hacia mi habitación, mi madre que fingía no haberse enterado de mi presencia, gritó de pronto:
– ¿Te ha gustado, Becca? ¿A qué es genial la extracorpórea?
Aquel palabro desconocido para mí me alarmó. Me iba a pillar. Sí o sí.
– Ha sido muy interesante mamá, pero estoy cansada y voy a irme a dormir. A la operación aún le quedaban horas… – mentí deliberadamente para hacer más creíble mi versión.
Continué ascendiendo hacia el piso de arriba y entré en mi habitación para acto seguido acariciarme los labios, justo en el lugar donde Paul había dejado su último beso.
Y después… Entró mi madre con una sonrisa de triunfo.
– El transplante se canceló porque el receptor falleció en el curso de una taquicardia ventricular… Ahora dime qué habéis estado haciendo.
– Eh… – balbuceé desprevenida.
Le contaría la verdad. No toda, pero verdad.
– En el folleto ponía quirófano tres. Fuimos al quirófano tres pero allí no había nadie y pensamos que tal vez nos habíamos adelantado a la hora… Entonces estuvimos un rato esperando pero allí no apareció nadie…
– ¿Y? – inquirió ella fijando sus ojos felinos en mi expresión de terror absoluto.
– Y nos fuimos a mirar en otros quirófanos. Y tampoco había ningún transplante. Sólo dos cesáreas.
– ¿Y por qué no me llamaste?
Tragué saliva.
– Tenía miedo de que te enfadaras.
En ningún momento había mentido. Pero ella no tenía cara de haberse quedado del todo satisfecha con mis respuestas.
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Becca Breaker(I): Contigo © Cristina González 2013/También disponible en Amazon.
Teen FictionBecca es una joven extremadamente inteligente. Ella sabe de física, matemáticas, biología, medicina, astronomía y literatura... Pero no de amor. Paul Wyne es seis años mayor que ella, está terminando la carrera de Medicina y tampoco tiene mucha id...