Capítulo 2: Desnudo quirúrgico.

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El verano tocaba a su fin, y al día siguiente yo asistiría por primera vez a clase en el instituto para superdotados Ignature Flies.

Mi madre me había propuesto llevarme con ella al hospital para distraerme y así evitar que me pusiera más nerviosa de la cuenta antes de mi primer día en aquella jaula de frikis – sí, yo me incluyo entre ellos -.

Yo acepté, encantada, acompañarla al quirófano. Después, parte del encanto se me resbaló hasta la suela de las zapatillas cuando tuve ante mis ojos el uniforme que había que ponerse para entrar en la sala de operaciones.

 Los pijamas de color naranja fosforito eran feos.

Muy feos.

Y, además, me hacían parecer gorda.  

Y quien dijera lo contrario… Mentía.

Me encontraba contemplándome a mí misma en el espejo de uno de los vestuarios femeninos pertenecientes al departamento de cirugía del hospital. Mi madre me había dado aquella ropa, un gorro y unas calzas verdes para poder entrar en el quirófano con ella.

Miré con resignación aquel saco de patatas con aspecto de subrayador que cubría mi cuerpo. Después me enfundé el gorro, intentando recoger mi melena dentro de él, lo cual me hizo parecer aún más chistosa.

-        Menuda mierda – susurré al mirar mi reflejo una vez más.

-        ¿Perdona? – una voz llegó hasta mis oídos desde la otra punta del vestuario, desde detrás de un muro de taquillas de aluminio.

Me sobresalté y pegué un pequeño saltito sobre mis pies. Después caí en la cuenta de que allí se estaba cambiando una de las enfermeras que trabajaba con mi madre.

-        Nada, sólo que este pijama es un poco feo – musité -. Pero con tal de ver una operación me pongo lo que sea – afirmé convencida.

Ella echó a reír.

-        La verdad es que tienes razón. Yo antes trabajaba en un hospital en el que nos poníamos unos de color azul, bastante entallados y favorecedores. Aquí me siento como una farola – gritó ella desde aquel recóndito lugar del vestuario en el que se estaba cambiando.

Entonces fui yo la que estalló en carcajadas.

-        Me llamo Becca – grité para que me escuchara.

-        Yo soy Blanca. Me alegro de conocerte – me llegó el eco de su voz.

El gorro tenía un color azul marino destintado que le daba un aspecto muy deplorable. Además, su morfología semejante a la de un gorrito de ducha me hacía parecer un pitufo deprimido y desteñido.

-        Todo sea por entrar en el quirófano, Becca – dije en voz alta para mí misma.

Alguien golpeó suavemente la puerta del vestuario.

-        ¿Sí? – contestó Blanca.

-        Soy Breaker, ¿está mi hija por ahí? Ya vamos a empezar.

-        ¡Ya voy mamá! – grité entonces.

Me puse unas calzas de gasa verdes (también muy feas) que envolvían mis deportivas y abandoné el vestuario.

Becca Breaker(I): Contigo © Cristina González 2013/También disponible en Amazon.Where stories live. Discover now