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La boca le sabía amarga a Miyong, como las mañanas en que probaba el café de Jongin, pero esta vez no era por el café sino por él mismo.
Jongin estaba frente suyo como tantas otras veces, pero ahora no habitaba en su rostro esa sonrisa pequeña e imperceptible de siempre.
Esta vez, no era igual a las demás. Y probablemente era lo mejor.
Las saladas mejillas de la chica se volvían más húmedas y el rostro de Jongin más severo aún.
ㅡMiyong, yo...
ㅡYa lo sé ㅡinterrumpió al instanteㅡ, pero necesitaba decírtelo. Necesitaba decirte cuánto me gustas, Jongin, aunque no sientas lo mismo. Por lo mismo no espero nada de ti... Eso es todo, siento haber interrumpido tu noche. Adiós.
A veces es mejor acabar con historias que no tienen un inicio.
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ㅡ¡Hey, suéltame! ¿Qué no me oyes? ¡Suéltame! ㅡVociferaba Siyeon, mientras era arrastrada por aquel desconocido de anteojos.
Estaba molesta. Pero el chico no daba atisbos siquiera de querer detenerse. Así que, si no puedes ir contra la corriente, avanza con ella. Y en segundos el extraño estaba detrás de Siyeon siendo jalado por la sorprendente fuerza de la chica. En un rápido y sorpresivo movimiento ella se detuvo haciendo que el desconocido no tuviera tiempo de reaccionar y cayera sobre el duro cemento. Siyeon no era una niñita que no sabía defenderse.
ㅡAuch ㅡse quejó el chico mientras se acomodaba los lentes los cuales se habían roto al caer.
ㅡ¿Uh? Lo siento, no quise romperlos. Sólo quería que me soltaras.
ㅡNo, descuida, tengo otros...
ㅡ¿Por qué me llevabas? ¿A dónde íbamos? ¿Quién eres? ㅡInterrumpió ella con demanda.
ㅡYo... me llaman Chen.
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