Capítulo 11

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Capítulo 11

No puedo hablar ahora.

Mi enfado crece. Me alegro de a ver podido interponerme a tiempo.

No puedo creer que mi padre haya pensado en pegarle a mi madre.

Ellos se aman ¿no?

Hiperventilo. Respiro con dificultad. Mi madre tiene los ojos tan abiertos que creo que saldrán de su lugar.

Mi padre está congelado.

No habla

No se mueve

Nada.

Pero mi madre rompe el silencio…

-¿Cómo pudiste?-susurra llevándose una mano a los labios. ¡¿CÓMO PUDISTE?!

-Yo… yo…-balbucea mi padre y se lleva las manos al cabello.

Yo… yo estoy con la cabeza gacha. No miro a nadie. No miro nada.

-Hija…-dice mi padre tratando de acercarse a mí. Apenas y roza mi hombro cuando levanto las manos a la altura de mi estómago. Con las palmas de las manos en alto. Lo aparto con un movimiento, sin tocarlo. Sé que me prohibió utilizar mis poderes, pero no puedo dejar que se me acerque.

Lo que él sintió fue como si el viento lo empujara hacia atrás.

Sin decir nada, entro a mi habitación y pongo el pestillo.

No hablo

No lloro

Apenas y respiro

Cuando voy a dar un paso. Caigo convulsionando. Encajo las uñas en las palmas de mis manos. 

Siento un horrible dolor en el pecho.

No puedo respirar.

Muerdo mi labio, para así sentir otro dolor. Algo que me distraiga. Pero no pasa nada. Mi labio sangra y escucho a mi padre gritar.

-¡ELLA ESTA CONVULCIONANDO!-mi padre puede sentirlo.  

-¡OH DIOS MÍO! ¡ABRE LA PUERTA SCOTT! ¡ELLA PUEDE MORIR!

Pero finalmente, el dolor desaparece, me dejo ir. Alcanzo a ver los pies de mi padre y escucho los gritos de mi madre. Pero yo… duermo.

*****

Cuando despierto, tengo un horrible dolor de cabeza. María, Katherine, Abel, mi madre y mi padre están aquí. ¿Dónde estoy?

Todos están dormidos, excepto mi padre y mi madre. Cada uno está en una esquina de la habitación.

Sé dónde estoy. Es la habitación de mis padres.

Nadie ha notado que estoy despierta.

Me levanto sobre mis codos y susurro…

-¿Mamá?

Ella se levanta de golpe y un santiamén está a mi lado.-Oh mi niña. No sabes que susto nos has pegado.-Susurra.

Miro a mi padre y veo dolor en sus ojos.

-¿Papá?

-¿Si?

-No estoy enfadada contigo…-le susurro.- Perdónenme por preocuparlos.

-Perdónanos tu a nosotros querida.-me dice mamá acariciando mi cabello revuelto.

-¿Cómo lo haces Mayte?-me pregunta mi padre hablando ya más alto. Eso hace que los demás despierten también.

-¿El qué?

-El perdonar. El olvidar. Eres tan buena.

-No es difícil papá.-suspiro.- no es difícil perdonar a quién de verdad amo.-Le digo regalándole una sonrisa.

Niega con la cabeza y a la vez sonríe.- Aun así. Yo no sería capaz de hacerlo como tú. Puedo ver que tu no perdonas forzosamente, sino que perdonas de verdad, desde aquí.-Dice tocando su corazón.

-¿Estas bien Mayte?-Me pregunta María con cara de preocupación.

-Sí, eso creo.-le digo haciendo una mueca de dolor pues sentí una punzada en la cabeza.- ¿Qué hacen todas aquí?

-Eres nuestra mejor amiga.-Dice Katherine

-Tú harías lo mismo por nosotras.-dice María con una sonrisa en el rostro.

-Tenéis razón. Yo haría lo mismo por ustedes. Hasta rompería las reglas.

-Tu padre nos ha contado todo. Absolutamente todo. Estos días sin ti serán un tormento.-dice María haciendo puchero.

Río.-Vamos María, no exageres.

-Nos dejara visitarla, ¿verdad señor Grey?-dice Katherine poniendo cara de perrito triste.

Pongo los ojos en blanco.-Espero que puedan conseguirme un tutor chicas.

-Claro que lo haremos.-me chilla Katherine.- Si no… ¿para qué están las amigas?

-¿Mayte?

-¿Sí?

-Eso significa que… ¿estoy perdonado?-me dice Abel, no me mira a los ojos.

-Claro que sí. Sé que a veces… bueno siempre eres un tonto, pero eres mi hermano, mi hermano tonto.

Sonríe y por fin me ve.-De verdad tienes un don para perdonar a las personas. Tienes un alma preciosa.

Pongo los ojos en blanco.-Tonto.

Sonríe. Es esa sonrisa que haría que cualquier mujer (excepto yo, pues soy su hermana) moje sus bragas.

-¿Qué hora es?-pregunto

-Las 12:00 am.

-¿Y qué mierda hacen aquí conmigo? ¡Vayan a dormir!

-Jajaja vale hija, vale.-me dice mi padre levantándose para irse.

Cuando todos se despiden de mí con un “buenas noches”. Me desvisto y sólo quedo en sujetador y bragas negras. Por fin cierro los ojos.

Disfruto del placer de descansar, pero algo interrumpe mi puñetero sueño.

Escucho un ruido en la ventana…

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¡Hola!

Los últimos capítulos han sido muy cortos. Lo siento mucho pero mi imaginación se está pudriendo con todas las tareas del hogar que tengo :/

Los quiero!

El Mismo Error-Teresa CamachoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora