19. Exhibición de petulancia

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Gavrel ha venido más veces a la biblioteca pero no me he puesto de pie para recibirle. Al contrario, le ignoro. Es atrevido de mi parte, lo sé, pero me enferma verle. Pensé que era mejor persona que su hermano o el cerdo de su padre y odio haberme equivocado. Aunque a él, en cualquier caso, no le importa mi indiferencia... Me ignora, o quizá ni siquiera me nota. ¿Por qué habría de notarme? A fin de cuentas estoy hilvanando un vestido que odia.
Isobel, por el contrario, cada día me sorprende más. Hoy me pidió ser su dama de compañía. Yo, Elena Novak, dama de compañía.

—Es una exhibición de doma ecuestre —me explica camino a la Rota.

Sí, otra vez a la Rota...

Se supone que la debo acompañar porque se aburre con Farrah, que casi no habla; y Gio le sugirió que yo le puedo servir. Háganme el favor.

En un principio me preocupó que el evento sea en la Rota, no obstante al llegar me doy cuenta de que sólo el primer nivel del anfiteatro está ocupado; y el público, esta vez, en su mayoría, son doncellas. Y aunque en apariencia el evento no es tan importante como Reginam, hay música y confeti. Me marea.

—Solteras que quieren pillar marido —me dice Isobel cuando tomamos asiento.

Farrah también nos acompaña, pero es sólo una sombra. Ahora comprendo por qué se aburre Isobel estando con ella. Por otro lado, la princesa casi no saluda a nadie; en eso es menos asfixiante que Gio. Gracias, Madre.

—Lo primero es una exposición de belleza —me explica—. Los participantes mostrarán al público y al jurado sus caballos.

El animador empieza a presentar uno por uno a los caballos y a sus jinetes:

—Ravi Doncel en Atril. Mael Cari en Torbellino. Alan Catone en Brisa. Marlo Vasko en Donco. Gavrel Abularach en Relámpago...

—Ahí está Gavrel —señala Isobel, emocionada. 

¡Asesino!

—¿No entra primero? —pregunta Farrah, hablando por primera vez desde que llegamos.

—Sortean el orden de ingreso y tampoco dirán su título nobiliario. Aquí Gavrel es sólo otro competidor.

—¿Sasha no tiene caballo? —pregunto.

—Sí, Malvavisco —responde Isobel con una mueca—. El único caballo blanco en toda Bitania.

—Hace mucho que no miro un caballo blanco —digo, interesada en ver al caballo.

Isobel niega con la cabeza. —Madre los prohibió hace algunos años. Sólo Sasha puede tener uno. Sé que suena horrible —Se muestra apenada—, pero madre no tuvo alternativa. Sasha amenazó con bailar desnudo en la plaza de la reina de no acceder ella.

Suprimo una risa al imaginar eso.

—Bien. Pero ¿no participa? —pregunta Farrah.

—Es insoportable cuando pierde, pero es aún más insoportable cuando gana. Por eso no lo dejan participar en actividades de exposición, sólo cuando está presente madre.

—Sasha es... —Farrah intenta quejarse pero lo deja al aire.

—Lo sé. Lo sé.

Cada participante ingresa a la palestra montando su caballo. En total son quince, pero yo únicamente reconozco a Baron y al príncipe Gavrel.

—Esta parte de la competencia es aburrida, pero juro que mejorará —promete Isobel para animarnos, las tres estamos sentadas una junto a la otra en el graderío.

El jurado está evaluando el pelaje, la postura y la dentadura de cada caballo. Sí, es aburrido, pero la mayoría aquí se comporta como si no hubiera algo mejor que ver. La nobleza y sus pasatiempos estúpidos.

—¿Soy yo o Baron intenta atraer tu atención? —me dice Isobel.

Para mi incomodidad así es. Baron me saluda y sonríe desde que presentó a Caballero, su caballo. Me pregunto por qué insiste en ser atento conmigo. No soy el tipo de mujer para él.

—Es amable conmigo —digo, a manera de disculpa.

Tal vez a Isobel le molesta ver que su primo es atento con una campesina.

—No me estás preguntando pero no lo hace seguido —dice ella con actitud cómplice ¿Por qué no le molesta?—. Averiguaré qué pretende, lo prometo.

Un momento, ¿está de acuerdo? La miro sin comprender.

Por fin los primeros puntajes. 8 puntos para Baron y 9 para Gavrel, que empata en el primer lugar con Brisa, el caballo del jinete Alan Catone.

—No sorprenden a nadie —dice Isobel—. Esos tres siempre se disputan los primeros lugares. Claudio también tiene un buen caballo pero esto es más competitivo cuando participan Sasha y Zandro.

Zandro, la rata. No quiero saber nada de él.

Los caballos son todos diferentes, pero sólo Gavrel y Baron tienen uno color negro. Me pregunto si eso también será mandato real.

Lo siguiente es una pista de obstáculos. Una vez más, Gavrel, Baron y Alan Catone encabezan el marcador.

—Esa bruja —escucho escupir veneno a Farrah.

Sigo la dirección de su mirada. Rimona Doncel se acercó al cerco de la palestra e intenta atraer la atención del príncipe Gavrel.

—Ignórala —intenta animarla Isobel, mirando con una ceja arqueada a Rimona—. Gavrel ni siquiera sabe que existe.

—Ella sabe que estoy aquí. No me quitaba los ojos de encima cuando bajamos del carruaje. Está haciendo esto a propósito.

—Quiere provocarte, demuestra que tú tienes más clase.

Los ricos y sus problemas... Deberían intentar pasar un día sin tener qué comer. Aburrida, doy nuevamente mi atención a lo que sucede en la Arena.

¡Regalo! Salto de mi asiento.

—¿Qué pasa, Elena? —me pregunta Isobel, preocupada.

—Mi caballo —digo, pálida.

Crónicas del circo de la muerte: Reginam ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora