Cintas: CASETTE 1 (LADO A) TRACK 6

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(Reanudando Grabación)

El inicio del otoño se refleja con la entrada de los vientos que vienen del este. Son tan fuertes que las nubes se mueven a velocidades impresionantes. Aun así, el calor no nos abandona. Seguirá aquí después de que muramos todos. Además, el sol no se oculta más que en la noche. Aunque pasen una o dos nubes, estas siempre son arrastradas. El mar siempre tiene olas que van de un lado a otro, meciendo la vida que hay dentro de él.

(Pausa de unos segundos)

Hace algunos días visité la playa que se encuentra a unos minutos de aquí. Mientras trabajaba, unas ganas incontrolables de ir a ver el mar aparecieron en mi cabeza. Así que terminando la jornada tomé el primer taxi que encontré y le pedí que me llevara. Ni siquiera pensé en la oportunidad de ir a casa a cambiarme el uniforme de la oficina. El sol se escondía y los pocos visitantes que había se encontraban recogiendo sus cosas. Pero yo apenas llegaba. Hasta cierto punto se trataba de rebeldía. El calor era infernal, pero la brisa del mar y las corrientes de aire de la playa lo mitigaban. Aún así, podía sentir el sudor que escurría por todo mi cuerpo.

Al cabo de un rato me senté en la arena. No llevaba ningún tipo de tela para evitar que se pegaran los granos de arena en mi ropa. (Risas) Me arrepentí un poco de no ir más preparada. Pero después empecé a ver el horizonte y dejé de pensar. Las olas no paraban de venir y de hacer ese peculiar sonido que siempre hacen. El panorama era bastante armonioso. Solamente de vez en cuando pasaban personas por la playa. De alguna manera cubrían lo que estaba viendo, pero sabía que solo se trataba de unos segundos. Pasado un tiempo un tiempo cerré los ojos. No supe cuánto tiempo estuve así, pero cuando los abrí la oscuridad reinaba el horizonte, ya no había ni un alma y las luces peatonales ya se habían encendido. Por ese momento solo nos encontrábamos el mundo y yo. O al menos así parecía.

En ese momento me acordé de aquella noche en la que mi tío me llevó a la playa en las afueras de Starbourg. Toda esa escena, desde que nos encontrábamos en su coche hasta cuando nos metimos en el mar parecía irreal. Una simple mentira. Esas memorias me incitaron a meterme al mar. Me levante de la arena y camine poco a poco hacia el agua. Mientras lo hacía un sentimiento que no había sentido en mucho tiempo apareció. Cada centímetro que me acercaba hacia mi destino un miedo dentro de mi ser crecía. Era como si me estuviera a punto de entrar a un lugar prohibido, un destino taboo al que ya había ido alguna vez y del que, afortunadamente, había logrado salir con vida pero me llamaba de nuevo. El pavor hizo que me detuviera en seco. Sentía mi respiración entrecortada. ¿Por qué me encontraba así? No lo entendía. Pasaron, uno, dos, cinco, diez minutos. Y yo seguía ahí. Al final suspiré y me quité los zapatos. Mis pies descalzos se hundieron en la arena que todavía seguía caliente. Después pasé a quitarme el pantalón de vestir que formaba parte de mi uniforme. Me encontraba de algún modo vestida y a la vez del tronco para abajo solamente tenía mis bragas. No tuve la necesidad de voltear a ver si alguien se encontraba mirándome. Sentía que el solo hecho de vivir me había quitado mi pudor.

Poco a poco metí mis pies al agua. Estaba fría. Me tardé un poco en acostumbrarme, pero cuando lo hice, seguí caminando hasta meterme lo suficiente para que el mar mojara mi cintura. Ya no pude seguir. El miedo me comía mientras estaba ahí. Una ansiedad se apoderaba de mí. Las olas me empujaban lo suficiente que pensaba que en cualquier momento me derribaría y me terminaría llevando a la infinidad. La necesidad de buscar a mi tío, que antes me había sostenido mientras estábamos en la playa de las afueras de Starbourg, se volvió gigante. Volteaba a todos los lados con la estúpida esperanza de encontrarlo. Pero dentro de mí sabía que jamás llegaría. La muerte no le dejaría venir a rescatarme. Me encontraba paralizada. Aunque hubiera querido salir de ese infierno las piernas no me funcionaban. Hubiera deseado que la irrealidad hubiera venido por mi a salvarme.

De pronto, silencio.

Había estado tan asustada que no me había percatado que el mar dejó de producir olas. No quedaba ni una sola. Me quedé atónita. Parecía que me encontraba en una laguna. El sonido del oleaje se había acabado. Tanta calma hizo que me tranquilizara a pesar del extraño suceso. Mi respiración volvió a ser normal. Aproveché esa calma para salir. Corrí lo más rápido que pude. Tomé mi pantalón y mis zapatos y me fui a un lugar donde pudiera ponérmelos de nuevo. Afortunadamente no quedó ninguna evidencia de mi aventura en el agua, mis bragas no habían manchado el pantalón. Tampoco el agua había tocado mi camisa.

Antes de irme del lugar le di un último vistazo al mar. No importaba hacia donde mirara, las olas se habían ido. El mar ya no era el mar. Ya no quería estar allí. Subí las escaleras que llevaban a la calle más cercana y caminé a casa. El día siguiente chequé todas las noticias que pude, pero en ningún lugar reportaban escases de olas. Tampoco lo escuché de nadie. Ahora lo pienso y siento que aquella noche mis plegarias de ayuda fueron escuchadas por la irrealidad. Aquello que viví esa noche en la playa había sido de alguna manera lo mismo que viví aquella noche con mi tío: la irrealidad se hizo presente. Ella nos había llevado a mi tío y a mí a la playa y también detuvo las olas.

(Pausa de unos segundos)

El inicio del otoño se refleja con la entrada de los vientos que vienen del este. Son tan fuertes que las nubes se mueven a velocidades impresionantes. Aun así, el calor no nos abandona. Seguirá aquí después de que muramos todos. Además, el sol no se oculta más que en la noche. Aunque pasen una o dos nubes, estas siempre son arrastradas. Sin embargo, el mar se detuvo y las olas no vinieron. La naturaleza se modificó por unos instantes. Me han salvado de aquello que fueron y son mis miedos. Pero, al final de cuentas, me parece que después de algún tiempo regresaran las olas.

(Término del Lado A del Casette 1)

Historias de StarbourgWhere stories live. Discover now