Sommerferie

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Jihoon escucho el dulce golpetear de su corazón, respiro profundo y llevo su mano libre a la puerta frente a él.

Dos golpes sonoros hacia aquella puerta.

Cuatro golpes más.

Seis más.

No había respuesta para él.

Nadie salía a su encuentro, desesperado preguntó a la primera persona que vio cerca por la familia de aquella casa.

―Se han mudado pequeño, ayer por la tarde se fueron―Le comunico una de las ancianas que pasaron.

El castaño aferro sus manos a la pequeña pecera que llevaba en sus manos.

Se había ido.

Y él no se pudo despedir.

Sintió las lágrimas que mojaban sus frías mejillas y el moquillo que hacia sonido en su nariz, su pecho que subía y bajaba de forma desenfrenada por el llanto.

Se había ido, lo había dejado.

Tomo una gran bocanada de aire, esperando calmarse.

Jamás olvidaría aquellos recuerdos de verano que juntos crearon.

Los mejores recuerdos de su corta vida, pero solo serían recuerdos, solo bellos recuerdos.

Era tan triste, tan solitario y aquel niño sonriente lo había llevado a conocer cosas que Jihoon jamás pensó ver.

Jihoon jamás sabía dónde ir, no sabía si era bueno sentir amor.

Y el verano se estaba terminando al igual que su amor.

Adiós amor, se susurró.

Miró su pez dorado que nadaba tranquilamente, y sus lágrimas que caían hacían el agua mover.

Si hubiera sido más valiente.

Un poco más osado, le hubiera confesado todo.

Pero ahí estaba con el pez dorado de SeungCheol que tanto amaba y el corazón roto.

"En que estas pensado ahora mismo, porque yo solo estoy pensando en ti"   se dijo a sí mismo esperando que su amor pudiera escucharlo.

Estar enamorado era tan doloroso.

Sorbió sus mocos decidido a volver a casa.

Y su celular sonó.

Miro la pantalla de su celular, no era un número que el pudiera conocer.

Calmo su voz y contesto.

―¿Diga?

―Jihoon...―Era SeungCheol.

El suave viento de verano despeino su cabello mientras su corazón brincaba al escuchar aquella voz desde la otra línea.

―Seungcheol...―Susurro.

Ninguno de los dos hablo nuevamente, ambos escuchaban sus respiraciones.

Y al pequeño se le hiso un nudo en el pecho que no le dejaba hablar y sintió que las lágrimas volverían a brotar, así que antes que el llanto lo inundara hablo.

―Me gustas, seungcheol― se confesó y las lágrimas corrieron por sus mejillas, apretó su celular, aferro su  otra mano en la pecera.

Si fuera un pez dorado olvidaría todo en dos segundos.

Pidió ser un pez.

Un pez dorado no se enamoraría, no sufriría por dolor en el corazón, no lloraría como él lo estaba haciendo.

Un pez, un pez dorado él quiso ser, como aquel que se quedó con SeungCheol, si juntara su pecera con la de él ¿jamás se separarían?

―jihoonie... tú también me gustas―murmuro el mayor desde la otra línea― Lo siento por no despedirme, pero necesitaba decirte que me gustas, me gustaste cuando te vi sentado solo en aquel columpio, siempre te vi―Su voz se escuchaba nerviosa pero sincera.

Sincero esa era una cualidad que Jihoon amaba del mayor.

―Me gustas―Repitió el mayor.

―Me gustas―musito sonriendo el castaño.

―¡Me gustas!―grito desde la otra línea el pelinegro.

―Cuídate, SeungCheol cuídate―murmuro  ya tranquilo.

―Tú también, cuídate espero que algún día nos volvamos a ver―Deseo.

―Algún día, adiós SeungCheol―Dijo por ultimo mientras sorbía nuevamente su nariz.

―Adios jihoonie―y la llamada había terminado.

Adios, seungcheol, pensó mirando aquel atardecer  reflejado en la pecera.

Ojala fuésemos peces dorados y no nos acordáramos de nada.

Que yo te amé y tú me amaste.

Ojala fuese un pez.

-FIN-


Peces Dorados (JICHEOL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora