Capítulo 3

5 1 1
                                    

Unos ojos inyectados en sangre me devuelven la mirada.

—Asesina a tu mujer. —Susurra la imagen frente a mí. —Lleva al mismo demonio dentro de ella.

Nathan cierra los ojos y sacude la cabeza, creyendo ciegamente que se trata del sueño acumulado. Los abre nuevamente pero aun así el reflejo sigue allí. Su mente es un hervidero de conclusiones que desencadenan en nada. Salvo una sola: está completamente loco. Si, debe ser eso. La preocupación por su esposa, la espera en el hospital y luego la avasallante emoción al saber que serán padres.

La imagen del espejo sonríe con cinismo, levanta un ceja y lo escruta fijamente con la mirada. No sabe que habrá visto en él pero de repente suelta una risa capaz de congelar la sangre de cualquier persona.

—Oh Dios mío, ¿será que me desmayé en el hospital y estoy soñando? —susurra Nathan atónito.

—No es un sueño. —Lo interrumpe la voz del reflejo.

No cabe duda, le faltan varios tornillos. Bueno, dicen que los mejores artistas tenían problemas psicológicos. Aunque lo de él rayara lo absurdo.

—No tengo tiempo para tus tonterías humano. Debes de asesinar a tu mujer, tienes siete días a partir de hoy. —Le ordena con una voz mortalmente seria, capaz de cortar el acero.

— ¿Por qué habría de hacerlo? —Nunca se sintió tan imbécil hasta ese preciso instante.

Pero esa cosa ya no estaba.

Al otro día

Observa a su mujer con detalle y plasma todo lo que ve frente a él. Hasta hoy día sigue encandilado con su belleza y el que sólo haga retratos de ella, es solo una pequeña parte de su amor y admiración. Esmeralda fue quién lo salvó cuando no tenía a nadie, así como él hizo lo mismo con ella en su momento. Antes fue su salvación, ahora es su todo.

Levanta nuevamente la mirada y la encuentra con cierta mueca, entre la exasperación y el apuro. Su mano comienza a adormecerse, hace dos horas que entraron en aquel cuarto.

—Nathan, ¿puedes apresurarte? Tengo que ir al baño. —Reclama con voz estrangulada. Él suspira cansado y asiente.

—Ve cariño.

Ella sale corriendo en dirección a la puerta y desaparece. Agarra los pinceles y los coloca en agua, por hoy ha sido demasiado. Anoche no pudo pegar un ojo luego de, a su parecer, alucinaciones. Cuando está por agarrar el pincel con el que retocó los labios de su mujer en aquel lienzo, el cual no le hace ninguna justicia, lo que antes era un color rosa pálido ahora es un rojo oscuro, como si fuera... Sangre.

Él nunca usa esa tonalidad de rojo. Jamás.

"No son alucinaciones. Al parecer no piensas hacer lo que te digo. De ahora más, cada vez que agarres un pincel y retrates a tu mujer, tu querida Esmeralda irá perdiendo su esencia y vitalidad. Tú eliges."

Genial, solo le faltaba oír voces en su cabeza.

Acorralado.

Así es cómo se siente ahora mismo.

Él no sabía si su cabeza realmente había colapsado o ya era un psicópata en potencia. Vuelve a observar el pincel, del cual caen gotas de lo que su cerebro interpreta como sangre. Lo suelta sobre el vaso de agua y se agarra la cabeza frustrado. Un par de lágrimas se escapan traicioneras de sus ojos.

¿Cómo estar tranquilo cuando, esa cosa, lo obligaba a matar a la mujer de su vida? A su hijo en camino...

Si lo que decía era cierto, dejaría de pintar si era necesario y definitivamente se haría tratar, nada de aquello tiene lógica. Bueno, se dice que los más famosos artistas estaban locos, quizá él también.

Y lo que más temía era hacerle daño a Esmeralda y al bebé, hoy era su aniversario por un año más juntos. La llevaría a un bonito restaurant, comerían a la luz de las velas y terminarían la noche juntos, en cuerpo y alma.

Ahora no estaba tan seguro...

Su sed de sangre era imposible de controlar.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Dec 15, 2018 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Reflejo demoníacoWhere stories live. Discover now