Capítulo 2

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Días antes

—Levanta el mentón cariño. —Le indica su marido. Ella obedece, tratando de no modificar sus facciones.

Se encuentran en el estudio de él, en donde yacen todos y cada uno de sus retratos. Van desde expresiones tristes, enojadas hasta las más alegres de ella. Era lo único que lo inspiraba a Nathan, el rostro de su querida esposa. Han pasado diez años de casados y aun seguía enamorado con la misma fuerza del comienzo de su relación.

Única y bella de una manera completamente sencilla, con unos ojos ámbar y su piel morena es lo primero que te llama para mirarla detenidamente. Luego viene su risa, a pesar de lo que pueda discutirle para él es como escuchar el canto de un ángel, suave y atrapante. Su cabello largo y color chocolate, que pasa cada noche acariciando hasta que su amor se queda completamente dormida en sus brazos. Recuerda el día en que ella se derrumbó, contándole cómo teniendo cinco años de edad vio a su familia morir. Los asesinos no lograron encontrarla gracias a cada uno de los escondites que descubrió en su momento, sin imaginarse que le salvarían la vida.

Sin embargo, hasta el día de hoy le sigue sorprendiendo su fortaleza. No importa si por dentro se derrumba, en su rostro siempre habrá una sonrisa.

En aquel momento, daba pinceladas suaves pintando el cabello de Esmeralda. Todas las tardes, retrataba a su esposa o continuaba con lo dejado el día anterior. Sin embargo, esta última semana comenzó a notarla más apagada.

La duda atenazó su mente.

—Cariño, ¿te sientes bien? Podemos dejarlo para mañana si quieres. —Le sugiere preocupado.

Asiente desganada, se aleja de la ventana y se sienta a su lado frente al atril. —Sigo insistiendo en que debo llevarte al médico, estás muy pálida.

Sin esperar una respuesta de su parte, la alza en brazos y se dirige a la puerta de su casa.

En el hospital, Esmeralda no podía estarse quieta. Por pedido del médico de guardia, se le realizaron varios estudios y ahora se encontraban en la sala de espera.

—¿Por qué tardan tanto? —Pregunta asustada y nerviosa.

Siempre le tuvo miedo a las agujas y lo primero que hacen es sacarle sangre. Si no fuera porque Nathan estaba a su lado, se hubiese descompensado.

—Esme, no creo que sea nada grave. Mandó a hacerte varios estudios por las dudas. —La tranquiliza.

Ella asiente no muy convencida.

Por el final del pasillo se acerca el médico hacia ellos. Le sonríe, quitandole un peso de encima.

—Señorita, no tiene nada grave. El que estuviera pálida se debe a una leve anemia y, por otro lado...

—¿Qué? —Lo interrumpe.

Los mira y les tiende un sobre.

—Felicidades, van a ser padres.

Él todavía sigue sin caer en la noticia. Sonríe como un tonto enamorado, observando desde lejos a su hermosa mujer dormir plácidamente. Ha quedado completamente agotada luego de semejante día lleno de nervios.

Sale de la habitación y cierra la puerta sin hacer un ruido. Camina por el pasillo tenuemente iluminado, mirando todo a su alrededor. Las paredes empapeladas de un marrón oscuro cortado por pinceladas doradas, formando una enredadera que termina alrededor de un espejo bastante viejo y tétrico. Siempre que puede se coloca frente a él y eso hace.

Su cuerpo se tensa al ver su reflejo.

Reflejo demoníacoWhere stories live. Discover now