Drarry One Shots

Shut up.

Shut up.
Make me.

K

inda Fluffy, Comedia.
Sexto año.
Palabras: 512.

Harry, Hermione, y Ron estaban teniendo una muy agradable tarde de primavera junto al lago, luego de sus exámenes finales. El Calamar gigante dejaba sus tentáculos tomar sol, los pájaros y demás criaturas del bosque prohibido con la habilidad, cantaban (a excepción de los centauros), y nada podía ser más perfecto, pensó Ron mientras besaba a Hermione con ternura, abrazados en la hierba, a un lado de Harry, quien leía por enésima vez Quidditch a Través de los Tiempos, y no estaba de acuerdo con Ron; acababan de terminar el examen de Pociones y le había ido mal, lo único que quería era pasar un buen rato con sus amigos riendo y relajándose, pero ellos no parecían querer despegarse, y para rematar, a unos metros, Malfoy se pavoneaba con Parkinson sobre su buena nota en el exámen.
Suspiró con hastío, y dejó el libro a un lado mientras se recostaba en la hierba, tapándose la cara con el brazo.
¿Por qué sus amigos habían decidido ser tan melosos, justo en ese instante? ¿Por qué Slughorn no había tenido piedad? ¿Por qué, con todas las personas que podrían gustarle y corresponderle al instante, le tenía que gustar Malfoy? Era, literalmente, la única persona en Hogwarts, además de Ron y Hermione, que rechazaría cualquier invitación del grandioso salvador del mundo mágico, Harry Potter.
"Creo que por eso mismo me gusta tanto" pensó con amargura mientras escuchaba cómo los labios de sus amigos hacían un desagradable sonido de succión. Se imaginó con angustia, que los labios de Malfoy se fusionaban con los suyos, sin poder detener su mente a tiempo.
Suspiró con rabia, sentándose de golpe, recibiendo miradas de sus amigos. Ambos se sorprendieron al ver acuosos los ojos del moreno.

— ¿Estás bien, Harry?— le preguntó la castaña, preocupada. Él se sorprendió con la pregunta, y no supo responder.

— yo... Sí. No lo sé— suspiró, para aplanarse el flequilo con manía, sin mirarlos directamente—. No.
—¿Qué pasa, ami...?— Ron fue interrumpido por una voz aguda y siseante.
—¿Qué te sucede, Potter? ¿Slughorn al fin se dio cuenta de que no sirves para nada?— escuchó a sus espaldas, y no se quiso dar la vuenta al sentir esas palabras como dagas. Hermione comprendió lo que le pasaba a su amigo al ver la expresión que puso; llevaba un buen tiempo sospechando.

Draco, por su parte, se sintió irritado al ver que su objetivo no se daba la vuelta; se acercó y le tocó el hombro—. ¿No me escuchaste? Dije que-

Sus palabras se perdieron en la orden tajante que dio el moreno.
— Cállate, Malfoy— dijo con rudeza, sintiendo un nudo en la garganta.
— oblígame, Potter— dijo con sorna. El rubio imaginó con amargura que este se paraba y lo besaba.

Grande fue su sorpresa al ver que el salvador se ponía de pie, sus caras a pocos centímetros.

— ¿Estás seguro, Malfoy?— preguntó sin sonreír. Miraba los labios de su enemigo con deseo, los que sonrieron.

— mucho, Potter.

Y sus labios se juntaron, frente a la atónita mirada de Slytherin y los vitores de Gryffindor.