Cap 12 - ¿Trato?

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¿Alguna vez han escuchado el refrán que dice, no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes? Pues eso me pasó exactamente, estaba tan acostumbrada a ver a Diego alrededor que no tenerlo era como si una parte de mi falta.

Había tratado de llamarlo, pero simplemente no contestaba el teléfono, llamé a Myl y tampoco contestó.

Fui a por un cortito de tequila, necesitaba calmarme... Decidí ir a dormir, en el pasado dormir me ayudo a enfrentar lo que se me había venido encima.

Pero esta vez no era así, me di vueltas en la cama tratando de no pensar en nada, pero era inútil.

Y sabía que la culpa la tenía Christopher, por muy irónico que sonara. Yo me encontraba sumergida en un sueño profundo, y él vino de pronto a lanzarme a una piscina llena de hielo, despertándome al instante y a la vez quemándome por dentro.

Pasó todo el día y nadie vino, nadie contestó el teléfono, ni siquiera Chris, y dolía,

Me levanté de la cama, sin saber dónde ir, me serví esta vez un gran vaso de Whisky, ojalá no me volviera alcohólica ahora... Empecé a caminar sin rumbo por el apartamento, caminé por el pasillo, pasé por la primera habitación la de Diego, vacía. La segunda de Chris, vacía. Pasé más allá de mi habitación, donde estaba la puerta blanca con candado, temblando hurgue en la tierra de la planta que había en mi habitación y fui a abrir la puerta.

La última vez que estuve allí fue hace más de ocho meses, y estuve sin levantarme una semana.

Al abrir la puerta todo se me vino encima de golpe, los recuerdos, las risas, los bailes, las cosquillas... Empecé a llorar como loca... las tres habitaciones que una vez estuvieron ocupadas por alguien importante para mi ahora se encontraban completamente vacías, aunque la de la puerta blanca dolía muchísimo más.

Sentí la puerta principal abrirse, e intenté cerrar rápidamente la puerta con el candado, pero era demasiado tarde, Chris ya estaba allí.

- Hola —Me miró triste.

- Hola —Traté de sonreír – Miró hacia la puerta.

- Nunca me había preguntado que hay tras esta puerta, por ridículo que parezca.

- Si – Me puse nerviosa. – Es solo una bodega

- Una bodega... - Repitió sarcástico, dejando claro que no me creía nada. – Bueno yo solo vine a ver como estabas, pero ya me voy. – Caminó hacia la puerta.

- ¡Espera! – Se detuvo en medio de la sala, pero no se volteó a verme. - ¿Por qué estás tan enojado? – Suspiró y me miró al fin.

- No es enojo Lizzie, es decepción. Por momentos estoy seguro de que avanzamos, pero luego simplemente no, estoy cansado de tratar que me quieras, y al final solo me topo un maldito muro. Yo dije que podía sobrellevar sea lo que sea que cargas encima ¡pero no puedo sobrellevar algo que no sé lo que es! No puedo con los secretos Lizzie, si al menos pensara que un futuro tendrás la confianza necesaria de hablar conmigo, sería diferente, tengo miles de preguntas... y cada vez que creo saber algo me estallan en la cara mil preguntas más.

- No es que no haya confianza, es que me duele hablar de eso. – Me miró por un largo momento, negó con la cabeza y se giró hacia la puerta.

- ¡Espera! – Tomé su brazo y mi corazón se disparó, no podía dejar que se fuera, así no. - ¿Y si te prometo contarte todo, pero gradualmente?

El secreto de LizzieWhere stories live. Discover now