Cap 9 Cambios internos

37 12 5
                                    


Capítulo Noveno

LIZZ

Me dejó allí, parada como estúpida.

Tuve que sentarme lentamente para recobrar la compostura. No había llegado a besarme, pero pude sentir la calidez de sus labios una milésima de segundo, un roce inocente que encendió todo en mí.

¿Por qué no lo detuve?, ¿por qué no quise hacerlo?, ¿dónde quedó mi fuerza de voluntad?

Él, todo es culpa de él, él vino a derrumbar mi mundo.

Pero yo no era capaz de alejarlo. Una parte de mi quería sacarlo a patadas de mi apartamento, apagar las luces, y meterme a mi cama por unos días hasta la próxima pelea, y la otra parte que era más tonta no quería que se fuese nunca, sentía esa necesidad desesperante de que me abrazara fuerte y no soltarlo más.

Y creo que la parte estúpida de mi iba ganando la batalla, porque me quede allí el resto del día, incapaz de dar por acabado el asunto.

A la mañana siguiente tenía unos nervios horrorosos de salir de mi habitación, miré mi reflejo en el espejo, pensando, en algún momento tendría que salir de mi cuarto, ¿no?

─ Vamos, no seas infantil. ─Me susurré

Salí lentamente, Diego estaba cocinando y Chris estaba sentado en el sillón, haciendo zapping en Netflix.

─ Casi prendo la alarma de incendios, a ver si salías de esa cueva ─Chris se burló de mí─ vamos, ven a sentarte, Diego me apostó a que no era capaz de sostenerme en mi bota ortopédica por más de cinco minutos, y allí lo ves, preparando el desayuno ─sonrió orgulloso─ Podríamos ver las películas de Harry Potter, hace tiempo que he querido ver la maratón.

─ Tendrás que comprar las películas fuera. ─Dijo Diego entrando en el living con una bandeja llena de comida─ en Netflix solo están las últimas películas.

─ ¿Qué?... ¡Pero que rayos! ¿Cómo es posible que no tengan las primeras películas? ¡Harry Potter es un clásico! Además, te imaginas si alguien quiere ver las películas por primera vez y confía en el no tan buen amigo Netflix, tremendo fiasco que se llevaría.

─ Así es la vida, no es justa.

─ ¿Te vas a quedar parada allí? En cualquier momento te salen raíces ─Chis me sonrió, lo miré fijamente y sonreí.

Nos sentamos los tres en el sillón a tomar desayuno, viendo "Under The Dome". Diego me miraba atentamente, sabía perfectamente lo que estaba pensando de mí, y yo no podía parar de mirar a Chris y notar que poco a poco se estaba ganando un pedacito de mí, miré las pinturas, colgadas por toda la sala. Él tenía razón, mi vida era como un lienzo en blanco y él vino a poner color y vida.

Lo malo y extraño de todo, es que no podía encontrar en mí fuerza para detenerlo, ¿dónde estaba mi otro yo en aquel momento? que de seguro repudiaría toda aquella situación. Estaba segura que en ese momento se encontraba en las Bahamas, tomando el sol y bebiendo margaritas, sin la intención alguna de regresar.

DIEGO

Puedo ver el cambio en ella, puedo ver lo mucho que ha avanzado. Cuando pasó el accidente, Lizzie se encerró en su habitación, no habló, ni comió, ni bebió nada. Hasta el punto en que tuvimos que internarla en el hospital, esa fue la primera vez que obtuvimos de ella una reacción, pataleo y lloró, ella solo quería estar en su habitación. Cuando estuvo estable, el doctor Ernesto le dio el alta, solo con la condición de que se alimentara, y así lo hizo, pero nada más, no volvió a salir de su habitación en varias semanas.

La primera vez que salió de su cuarto, fue para decirle a su madre y su padre que se fueran, los echó de su vida, les gritó y tiro todas sus cosas fuera del departamento.

Desde ese entonces no ha hablado con ellos, aunque yo los mantengo al tanto cada día de cómo está su hija.

A mí me dejó quedarme, y yo renuncie a todo por ella.

Yo tenía una vida antes de que todo pasará, tenía un buen apartamento y cada día me estaba especializando para ser crítico de gastronomía, estaba en la cumbre de mi profesión cuando renuncie a todo. Dejé mi apartamento y me vine con ella, obtuve un maldito puesto de conserje para tenerla siempre vigilada.

Y por eso, ahora al verla, tan sonriente, tan despierta. No puedo evitar que una llama de esperanza crezca en mí. La esperanza es dulce como la miel, pero cuando muere es cruda como el más frio y congelado invierno.

El motivo del por qué renuncié a mi vida por ella, es el mismo del por qué fui al único que retuvo en su vida. Porque ambos sabemos que yo también soy el culpable. Yo también soy el culpable de que le arrebataran lo que ella más quería en el mundo, su fuerza vital. 

Hola, hola!!! 

Nuevo cap. los hago cortitos para no aburrirlos demasiado xD

Agradezco a todas aquellas personas que votan mi historia, y a aquellas que me dan su critica constructiva. 

Besoooootes a todas, y un abrazo gigante

Os quiero 

El secreto de LizzieWhere stories live. Discover now