No estabas errada, ni un poco. Te hacías llamar un “huracán” que iba destruyendo todo a su paso, dejando su marca de cualquier manera. Así me haz dejado.
El gentil y humilde pueblo que en mí habita, con personas de toda clase, malhumorados hasta alegres, los melancólicos y las románticas, dramáticas y exageradas, filósofas e intelectuales sin olvidar a el clásico sarcástico junto a el ingenuo. Todas ellas están ahí, viviendo en casas hechas de el más fuerte concreto y maciso ladrillo, convirtiendo la tarea de tumbarlas en una zona de muerte para todo aquel que se atreva a intentarlo, o eso creía yo hasta que llegaste tú, Preciosa Tormenta, irrumpiendo la calma que se respiraba en la calle con tus fuertes vientos haciendo imposible poder salir, obligando a todos a quedarse en sus hogares. Tu lluvia torrencial, hecha de alguna especie de ácido debido a que lentamente van debilitando el duro concreto, sin razón alguna dejando a todo habitante expuesto a todo tú magnifico y hermoso caos, inexplicablemente tus aguas no daña a ninguno. Hay rayos por todos lados, deslumbrando cada espacio con sus destellos veloces, dejando cautivados a todos por tal espectáculo de brillo.
Quizás parezca que esta todo destruido e inundado hasta el limite. Pero no es así, misteriosamente todo se ha complementado contigo de una manera muy singular puesto que en vez de causarnos daños y perdidas nos has revivido clausurando la fría monotonía que se vivía.
Es como si tus aguas albergadas en las nubes estuvieran hechas para ser derramadas sobre dichas personas en tal pueblo. Como si esos enormes vientos solo soplasen de tal manera ahí, con un empuje extra reservado. Rayos de esa magnitud se pueden hacer una única vez, se puede notar que esta vez han sido lo más eléctricos posibles ocasionando que todos hablen de cual maravilloso son.
Mis habitantes dicen sentirse como nunca contigo. Se encuentran en un baile, hiendo al compás de tu sinfonía. Posiblemente está tormenta se hizo exclusivamente para mi gente, porque a sido la única capaz de hacerle sentir vida después de tanta sequía en años. Preciosa tormenta, solo me quedara rezar que no te vallas para poder hacer de mis tierras las más distinguidas por tu gloriosa lluvia, tu implacable viento, tus rayos llenos de furia y alegría, junto a tus nubes negras por donde pasa la luz del sol entrando todo en una extraña complejidad muy maravillosa, haciendo de la vista un exquisito deleite a todo aquel que pueda tenerla.
