CAPITULO 1 PREPARATORIA HILLWOOD

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-¿Quieres sentarte conmigo, Helga?
La rubia se sonrojo pero solo tomo asiento sin decirle nada.
En el almuerzo…
-¿Cómo les fue en sus clases?
-Bien, lo de siempre Geraldo ¿A ti?
-Pues no tan bien como a ti, Hell, pues Phoebe y yo solo compartimos tres clases y eso me molesta
-Tranquilo amor

-No quiero que nadie te coquetee, hermosa –Susurro juguetonamente mientras se acercaba a besarle
-¡Por favor pueden omitir las demostraciones amorosas en público!
-Eso es porque te da envidia, Pataki
-Hay por favor Geraldo, quien tendría envidia de ver a su mejor amiga, hermana para mí, con un tarado como tu

-Te encantaría que el mantecado estuviera ahí ¿No?
Helga le miro fulminante, si su error había sido que Gerald con el tiempo y el trato se había convertido en su amigo, su cómplice al igual que lo era Phoebe, claro Gerald nunca diría directamente algo para perjudicar a la rubia y su secreto amor por Arnold, pero le encantaba hablar de eso cada que se podía, y si lo hacia delante de Arnold, debía hacerlo de un modo que él no se diera cuenta y aunque lo odiaba decir su amigo era muy ingenuo.

-¿Mantecado?
La campana sonó en aquel momento –Te salvaste, cabeza de cepillo pero ni creas que esto se quedara así –Susurro la joven molesta
Gerald solo suspiro aliviado, tal vez después se le olvidaba.
Llego a su clase de literatura y si, para su mala suerte ahí estaba otra vez. -¿Desde cuándo te interesa la literatura Arnoldo?
-Desde ahora –Susurro mientras le miraba intensamente
-¿Qué te ocurre? –Murmuro molesta y sonrojada, el joven se acercó un poco a ella sonriéndole maliciosamente
-Creo que tú lo sabes mejor que yo, Cecil –La rubia se sonrojo aún más pero se trató de controlar.
-Vaya nunca pensé que estuvieras tan loco, Arnoldo, mi nombre es Helga ya te pareces a Bob.

El rubio rio suavemente mientras se acercaba más a ella, quien comenzó a sentirse acorralada, pero no se quitó, todo lo contrario, dejo que el rubio se acercara más y más, sus miradas intensas se perdían una en la otra, sus labios suplicaban con verdadera desesperación que ese tan esperado beso llegara, hasta que…Helga reacciono y se hizo a un lado, dejando al rubio con verdaderas ganas pero el solo sonrió.

-Tal vez en otro momento –Murmuro muy seguro de si
“Desde cuando es tan….seguro…tan…así…coqueto…” pensaba la rubia analizando al joven quien le sonrió ampliamente mientras se sentaba bien para poder poner atención cuando el profesor entrara.
Helga se quedó confundida pero no dijo más, solo trato de concentrarse.
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A la salida, la rubia no se quedó ni cinco minutos más en la escuela; mientras la joven caminaba a su casa fue alcanzada por un joven rubio, quien todo el día había estado tratando de encontrar una excusa para volver a hablar con ella, pues Helga se había convertido en una maldita obsesión, pero más que eso, se había enamorado locamente de ella, desde que eran niños.

-Helga…
-¿Qué quieres cabezón?
-Hablar contigo…
-No puedo ya voy tarde.
-Helga –La tomo del brazo para detenerla y hacerla voltear hacia el –Por favor –“¿Qué demonios le pasa?” Helga no entendía que ocurría aquel día. –Helga…

La rubia se perdió un momento en los inmensos ojos verdes que le miraban, que le suplicaban un poco de su mirada, que le imploraban que le escuchara que estaban siendo matados lentamente con su desprecio.
-¿Qué ocurre?
-¿Te gustaría ir al cine, mañana?
-No puedo, trabajo hasta tarde
-Eso no es verdad –Sabía que era verdad pero el, el había arreglado las cosas, pero…

-Es verdad, Arnoldo, trabajo en la florería de la señora Vitello, ¿ya se te olvido?
Arnold simplemente le miro un tanto molesto pero entendió –Bien, entonces el fin ¿te parece?

La rubia suspiro resignada pero feliz, sabía que era un sueño, un espejo y ¿Qué mal le puede hacer eso? –Bien, Arnoldo
-Nos vemos
-Nos vemos
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Iba caminando en dirección a la florería, sumida en sus pensamientos sin saber realmente cuando fue que pasaron tantas cosas, Arnold había vuelto de San Lorenzo desde hace un año y no habían tenido ni una conversación acerca de lo que paso ese día, acerca de lo de industrias futuro, ahora ¿Qué diablos le pasaba al cabeza de balón? ¿Porque tanto interés en que hablaran o fueran al cine?

Ella aun lo amaba ¿o no?, estaba confundida no sabía si era mentira, verdad, lo único que sabía era que estaba confundida, confundida con sus sentimientos, no entendía si Arnold algún día entendería la gravedad del asunto, no sabía si algún día comprendería que desde la primera vez que lo vio, desde ver esa maravillosa sonrisa que le ilumino su vida, desde que lo conoció su vida tuvo sentido, desde que se perdió por primera vez en esos hermosos ojos, su vida por fin era vida.

Sumergida en sus pensamientos, no se dio cuenta de que ya había llegado, al ingresar alguien le saludo, una voz conocida que le saco de sus pensamientos y al ver aquellos hermosos ojos donde siempre se perdía, quedo pálida de la sorpresa. -¿Qué demonios haces aquí?

UNA PROMESA DE AMORWhere stories live. Discover now