También les aseguré que no pienso contestarle ninguna pregunta en lo que se refiere a lo que acaban de escuchar, hasta que no sepa en qué pie estoy parada, no hablaré nada de lo que pasó, pasa o pasará con Wrathly.

Sé que no me dejarán tranquila, que esto se irá por el retrete en menos de una hora. Pese a ello, me siento bien, al menos lo intenté. Tengo una victoria efímera, pero no dejaré de ser una victoria.

Por último, les pedí que me ayuden en algo. «¿Por qué eres tan contradictoria, Peach?». Necesito salir de aquí con Wrathly, me formuló una cuestión que deseo responderle, aunque no tenga la respuesta todavía.

Por eso necesito un lugar tranquilo y alejado, también les pedí que llamen a un taxi. Me aseguran que les dé unos minutos. No sé cómo sacarán a la víbora de la ecuación, no me importa en realidad, siempre y cuando pueda estar con Wrathly como deseo. Habiendo dicho lo que tenía que decir, salgo para hablar con él.

Todavía está en el mismo lugar en donde lo dejé. Reúno valor desde lo más profundo para hablarle. No deseo que haya tomado mis últimas palabras como una grosería hacia él; Wrathly tiene la cabeza inclinada hacia arriba como si mirara el cielo.

—He regresado. —Trato de quitar el nudo del delantal—. Perdona la espera.

—¿Terminaste?

No se refiere a mi trabajo aquí en la heladería, sino a mi urgente conversación con mis amigos.

—Sí, ahora me gustaría que me repitieras la pregunta que me hiciste antes de irme —le contesto con el corazón galopante, casi descontrolado. Trato de ganar un poco de tiempo—. No entendí tu pregunta.

Asiente con el ceño fruncido. Luego sonríe con mal humor.

—Escuchaste y entendiste muy bien mi pregunta, Peach —exhala con parsimonia—. No te me hagas de rogar.

Lo analizo, imposible para mí de articular alguna palabra. Camino hasta llegar hasta donde se encuentra, sin dejar de mirarlo y temblándome la mano, tomo la suya para enlazarla con la mía. Soy consciente cuando contiene su respiración ante mi contacto. Mis mejillas arden más de lo debido. Tomar a alguien de la mano cambia por completo cuando esa palma le pertenece a alguien importante para ti. Es ese calor que desprende, que me eleva a ese pedacito de cielo que siempre pensé que estaba denegado para alguien como yo.

—No era mi intención dejarte aquí solo, Wrathly —susurro—. Y tienes razón, soy una tonta.

Sonríe sin ganas.

—No hemos vuelto a hablar desde la interrupción de mi cachorra. —Estrecha mi mano—. No te he llamado porque deseaba darte un poco de espacio y que no pensaras que te quería presionar o, algo peor, parecer un acosador.

Lo veo como si estuviera loco. ¿Por qué hizo eso? Debió llamarme y darme un espacio. Tampoco pensaría que es un acosador, si ese fuera el caso, hasta este punto estaría feliz de que él diera esos pasos para comunicarse conmigo. Solo Dios sabe las horas que pasé con la mirada fija en el celular, las tantas veces que corrí para contestar una llamada que nunca llegó, sin contar mi creciente depresión al contestar a personas que marcaban equivocado.

—Debiste llamarme.

—Lo mismo digo, Peach. —Me brinda una media sonrisa—. Las relaciones o futuras relaciones, siempre tienen que correr a ambas direcciones, no esperar que sea el otro que dé el primer paso. No somos niños para estar dando vueltas sobre un asunto que se puede resolver hablando. —Lleva su otra mano hacia mi rostro, frunce un poco sus labios como si meditara en las próximas palabras que dirá—. Cómo me gustaría estar en otro lugar, para que hablemos más cómodamente.

Soldat Donde viven las historias. Descúbrelo ahora