Capítulo 4: Feliz Vanidad

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De vuelta a casa subió a su habitación, sin siquiera ayudarle a su madre a bajar el montón de bolsas de la camioneta. Cerró la puerta y tomó la decisión. Arrancó la hoja de uno de sus cuadernos de colegio y anotó un mensaje de no más de tres líneas. Lo escondió bajo el almohadón de su cama y se lanzó sobre ella con Symphony Of Destruction a todo volumen y el corazón agitado. El estómago le gargareaba de los nervios y los pies se le sacudían sin poderlos controlar. Sabía que ir a la esquina De Blues implicaría un cambio radical en su vida. Sabía que ésta incluso podría peligrar. Pero a estas alturas, vivir se había vuelto una rutinaria mantención de su cuerpo y nada más. Kancer parecía un lugar peligroso, pero no conocía otra opción mejor.

La única diferencia de alguien que nace un veinticuatro de diciembre con el resto de los mortales, es que a la fiesta navideña se le añade una torta de merengue. Así ocurría en casa de los Manns, donde el cumpleañero, no por única vez, radicaba en su cuarto con llave cerrada, a las nueve de la noche cuando el pastel ya se había partido en varios pedazos.

-¡Oye, Luc, ven a comer con nosotros! –exclamaba Frederic, mientras golpeaba la puerta de la pieza de Luca.

-No quiero.

-¡No seas así! ¡Baja, Luc!

-Te dije que no quiero.

-Hermano, ven a comer conmigo. ¿No ves que ya no te veré más? –dijo Fred, refiriéndose a su ida a una fiesta navideña que dictarían los compañeros de universidad.

Luca entendió la señal. Si decidía irse a Kancer para siempre, no volvería a ver a su hermano. Así que, sin dejar de sentir un cosquilleo en el vientre, rodó la manilla y salió de su habitación. Los minutos pasaron más rápidos que de costumbre durante la cena. Todavía no terminaba de comer el postre y el reloj ya marcaba las diez con cuarenta. Hora de comenzar a escapar.

-Gracias –dijo, repentinamente, y su puso de pie.

-¿Para dónde vas? –preguntó Colette.

-A mi pieza –respondió, sin mirar a ninguno de los tres.

Sentado en la escalera, se dedicó a contemplarlos en silencio por varios minutos, tratando de encontrar en su interior algún recuerdo que le evocara un sentimiento positivo hacia ellos. Pero por más que lo intentaba, no le era posible sentir más que rabia y tristeza. Se odió a sí mismo por no ser capaz de amar. Algo dentro suyo se había muerto y lo sabía. Por eso lo mejor era irse lejos y así dejar de joderle la vida a los demás. Justo cuando iba a levantarse del escalón de madera, Yoshi apareció abajo, y subió los escalones a costa de muchísimo esfuerzo. Traía el hocico pintado con salsa de tomate. Luca lo miró y sonrió. Sí, seguía siendo humano. El amor tremendo que sentía por el pequeño animal era un indicio de que aún tenía corazón. Le limpió con la manga de su polerón los bigotes y lo tomó en brazos. Le acarició un buen rato la cabeza, y de pronto, sin hacer ningún esfuerzo ni alcanzar a darse cuenta, una lágrima emergió de su alma blanca, rodó suavemente por sus mejillas, para finalmente caer sobre el lomo de su fiel compañero.

-Te quiero –le dijo y el animal lo entendió.

Cuando escuchó que los pasos de alguien se acercaban, dejó a Yoshi en el piso y miró el reloj que colgaba en la sala: ¡eran las once de la noche con treinta minutos! Corrió de prisa hacia su habitación y guardó su ropa en un bolso deportivo rápidamente, sin preocuparse de ordenar demasiado. Echó su celular, sus audífonos, un perfume, desodorante y su cepillo dental. Polerones por montón y tres pantalones. Otro par de zapatillas y a correr. Bajó las escaleras y observó atento el panorama: su madre en la cocina lavando los platos, Fred en su pieza arreglándose para salir y Facundo mirando a una familia amorosa que abría los regalos en televisión.

En silencio, volvió a maniobrar la puerta de la entrada para que el rechino no alertara a sus padres, y se dispuso a salir. Pero alguien apareció a su encuentro, por última vez.

Alguna vez había leído que los perros rotaban levemente la cabeza cuando no entendían lo que ocurría

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Alguna vez había leído que los perros rotaban levemente la cabeza cuando no entendían lo que ocurría. Y eso era precisamente lo que pasaba esta vez. 

-Perdóname, Yoshi –dijo y un grueso nudo se apretó en su garganta.

De un suave golpe, cerró la puerta y se fue corriendo hacia la esquina DeBlues, que le quedaba exactamente a cinco cuadras de distancia.

Las calles lucían despejadas a esa hora. Los negocios al fin habían cerrado sus puertas. Y Luca respiraba agitado bajo la placa de la esquina. Miró la hora en la pantalla de su celular: 00:02. ¡Demonios! ¿Será que los tipos ya pasaron por aquí?, se cuestionaba angustiado. Seguro que los operarios de una agrupación tan importante como Kancer eran excesivamente puntuales. Ansioso, hizo crujir sus huesos y posteriormente alzó sobre su cabeza la mano derecha, formando una K en lenguaje de señas, tal como Poler había descrito. ¿Y si no venían en navidad? De todas maneras eso sería un absurdo, por extraño que pareciera, existían personas que habían nacido en tal fecha. Miró nuevamente la hora en su celular: 00:05. "Estos tipos ya se fueron", pensó. "Esperaré hasta las doce y cuarto". 

Nervioso, volvió a echar una magna ración de aire hacia afuera, para calmarse por dentro, sin percatarse de que muy cerca de él un auto había estacionado.

Nervioso, volvió a echar una magna ración de aire hacia afuera, para calmarse por dentro, sin percatarse de que muy cerca de él un auto había estacionado

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Y así fue como las doce con siete minutos del veinticuatro de diciembre, el viaje de Luca a Kancer había iniciado.




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¡UN REGALO DE NAVIDAD PARA USTEDES! Espero les haya gustado C:

¡Lo sé! Ahora comienza lo bueno. Desde el próximo capítulo veremos a Luca dentro de KANCER, ¿lo pueden creer? *.*

Pero tengo una "mala" noticia: tendremos que esperar para subir el próximo capítulo un mes. ¿Por qué? El ilustrador, Jota, se va de viaje durante enero, y como saben, es esencial la visualización de ilustraciones en los caps. Pero no desesperen, ¡en febrero retomamos! Sólo les pido que no nos abandonen :C

Les deseo a todos una muy feliz navidad. Espero que valoren el hecho de estar en familia, más que los regalos o las cosas materiales. ¡QUE SU NAVIDAD NO SE TRANSFORME EN VANIDAD! 

Confío en ustedes que así será 

 ¡Un beso, un abrazo y varias galletas de jengibre, compañeros!


Caaaaat*

KANCER [Novela Gráfica] GANADORA WATTYS 2017Where stories live. Discover now