NARRA NICK

Saltos, giros, más saltos y piruetas se pueden apreciar perfectamente desde las gradas en las que estamos sentados.

Cuando las chicas finalizan se largan a los laterales del campo, dándonos paso a los chicos.

Hacemos lo mismo que ellas, presentación de capitanes. Cuando le estrecho la mano al neandertal de Andrés, me dice:

—Concéntrate, os habéis apañado muy bien para idear lo de las arañas, pero eso no quiere decir que este partido os salga bien. Hemos mejorado, Scott, así que suerte.

—No le necesiteramos. —Le suelto la mano con desprecio.

¿Así de engreídos y arrogantes somos todos los chicos chulos?

(...)

El partido acabó 3-2.

Perdimos.

Por un mísero penalti.

Y que conste que el balón les entró en la portería por suerte, porque un milímetro más a la derecha y no llega ni a tocar el palo.

Bueno, tal vez exagero. Pero fue un golpe de suerte.

—Bien jugado, Nick, pero podrías haber estado mejor —Andrés se sitúa enfrente mío, ofreciéndome su mano. Miro el resto del banquillo, apenas quedan dos chavales que están recogiendo sus cosas.

—Pues tú no podrías estar peor, jugaste muy mal —miento.

—Laura no opina lo mismo... —murmura. ¿A éste que le pasa? ¿Por qué mete a Laura en toda las conversaciones?— Por cierto, a ver si bajas de la nube y te concentras más.

Guardo mi toalla, no sin antes secarme la cara y la nuca. Meto el móvil y la otra camiseta a presión en la mochila de deporte. Vuelvo a girarme, Andrés sigue ahí, cruzado de brazos con ambas cejas hacia arriba.

—No sé a qué te refieres... —murmuro entre dientes. Me largo de allí, chocando mi hombro con el suyo cuando paso por su lado.

En serio, es tan arrogante, tan chulito, tan idiota, tan inaguatable, ...

¿A quién estás describiendo? ¿A ti mismo?

Maldita conciencia. Se te quedó la gracia entre líneas.

—Hey, Nick —llego a mi habitaicón y dejo la bolsa en mi cama. Miro a Nate, que me saluda sonriente.

—Hey —respondo son ganas.

—¿Qué te pasa? ¿El partido te chupo las energías? Porque tampoco es que fuera un gran partido.

—Otro al que se le quedó la gracia por el camino —murmuro para mí mismo, pero me salió lo suficiente alto como para que Nate e Ian lo oyeran.

—¿Qué? —preguntan al unísono.

—Da igual. No estoy de buen humor —contesto seco.

—¿Te jodió mucho que Andrés ganara?

—Pues casi que sí, Nate. Pero veo que tú estás muy sonriente.

No me tientes, Álvarez.Where stories live. Discover now