Sus labios temblaron, y Key los mordió ferozmente, querido Dios, ¿Estaba haciéndolo rogar para ser incluido en la vida de su hijo? Nunca había pretendido eso, especialmente a la luz de lo que el le había dicho esa mañana. "Creo que serás un padre maravilloso," dijo. "Nunca he pretendido evitar que veas a nuestro hijo, es de nuestro arreglo de lo que no estoy seguro."

"Yo lo estoy, te quiero, y tú... tú me quieres." Aún no podía decir que Key lo amaba. "No tenemos que hacer nada ahora mismo, como tú dices, pasarán años antes de que sea lo bastante mayor para compararnos con otros padres, aún tienes que pasar por el embarazo, y Dios sabe que no dormiré una sola noche si no se que estás bien, al menos quédate hasta que el bebé nazca. Puedo cuidar de ti, ir contigo a esas clases de parto, estar contigo durante el alumbramiento." A pesar de que su tono era confiado, sus ojos estaban suplicando, y eso fue lo que destruyó su determinación, si él lo alejaba ahora, Minho nunca se recobraría.

"No hay nada que me gustaría más" dijo Key con voz ronca, y vio el relampagueante destello de alivio en sus ojos antes de que él lo disimulara.

"Traeré mi ropa mañana." Key sólo pudo parpadear ante él con sorpresa, había esperado que Minho regresara a su status quo, durmiendo casi todas las noches con él pero regresando a su propio departamento cada mañana para cambiarse de ropa antes de ir a trabajar. El pensamiento de sus ropas colgando junto a las suyas en el espacioso armario lo hizo sentir al mismo tiempo excitado y un poco alarmado, lo cuál era ridículo, porque él nunca había querido nada tanto como había querido una total, completa vida con Minho, pero las cosas estaban cambiando tan velozmente, y su vida ya estaba conmocionada con su embarazo. El control de su cuerpo se resbalaba más allá con cada día que pasaba, mientras el bebé crecía y exigía más de él, a pesar de que los primeros síntomas habían sido escasos, ahora podía ver cambios definitivos.

Había estado luchando contra uno de aquellos cambios todo el día, y de repente todo fue demasiado, las lágrimas fluyeron de sus ojos mientras lo miraba, y empezó a bajar su rostro, inmediatamente Minho estuvo a su lado, poniendo sus brazos a su alrededor y remetiendo su cabeza contra su hombro. "¿Qué está mal?" exigió él, sonando casi desesperado. "¿No quieres que me mude? Pensé que podría cuidarte mejor."

"No es eso," sollozó Key. "Sí, es eso. ¡Soy feliz, maldición! Siempre he querido que te mudaras conmigo, o que me pidieras que me mudara contigo, pero no lo hiciste por mi bien, ¡lo hiciste por el bebé!"

Minho ladeó su rostro hacia arriba y uso sus pulgares para enjugarle las lágrimas, sus negras cejas estaban unidas juntas en un semblante ceñudo. "Por supuesto que lo estoy haciendo por ti," dijo impacientemente. "No conozco al bebé. ¡Diablos, ni siquiera puedo ver mucha evidencia de él aún! No quiero que estés solo nada más que lo necesario." El ceño se intensificó. "¿Has ido a un médico?"

Key sorbió y se enjugó los ojos. "Si, no me di cuenta de que estaba embarazado hasta que vi al médico, fui porque me mareaba mucho."

"¿Es eso normal?"

"Tan normal como cualquier otra cosa, el médico me dijo que todo parecía bien, que algunas personas se mareaban durante los primeros meses y algunas no lo hacían, que algunas tenían náuseas matinales y algunas no, todo lo que realmente he notado es que estoy cansado y somnoliento y quiero llorar un montón."

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