El amor después del amor.

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Esta es la nueva versión que estoy haciendo de la historia. Me gustó más, asique la otra la voy a borrar. Cambié varias cosas, como el nombre de la chica, y algunas partes. Espero que les guste y que la pueda continuar.

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 Se despertó sobresaltada, otra vez. A menudo se cuestionaba cuándo iban a terminar esas pesadillas.

 El Sol se asomaba por la ventana, aun no lograba acostumbrarse al horario de esa zona... A decir verdad, aun no lograba a acostumbrarse a nada en ese lugar: las personas eran diferentes y desconocidas, al igual que los paisajes, la forma de vida. Todo era nuevo para ella. Era una nueva vida, un lugar en el que empezaría de nuevo, aunque no estuviera muy de acuerdo. Se acomodaría con el tiempo, apenas llevaba un par de días allí.

 Se preparó con unos jeans desgastados y una camisa a cuadros para bajar a desayunar.

-Buen día cariño, ¿cómo dormiste?- Preguntó Ana con ese tono tan amoroso de siempre. La hacía sentir como en casa nuevamente, y no se sentía así desde hacía mucho tiempo.

-Bien abuela, ¿y tú?- Se le hacía difícil decirle abuela, no creía conocerla lo suficiente aun. Diez años es bastante tiempo para dejar de conocer a una persona, y que repentinamente te envíen a vivir con ella es realmente complicado. Pero eso era algo que no le preocupaba por el momento, podría acostumbrarse.

 Se sumió en sus ideas. A pesar de que podía ver como Ana sonreía y gesticulaba, no escuchaba nada más que sus pensamientos. Se concentró en qué haría en ese lugar durante tanto tiempo.

-Tardaré en acostumbrarme a tu pelo rosa. Tu madre solía llevarlo muy largo, ¿sabes? Le gustaba revolearlo y presumir su sedosa melena dorada. De no ser por eso y el aro en la nariz serías igualita a ella.- No supo si ofenderse o agredecerle, pero se limitó a sonreir un poco, algo que no hacía usualmente.- En fin, creo que me gusta más corto...- Sonrió.- ¿No quieres salir un rato, Alex? Dar un paseo, conocer el pueblo. No has salido de aquí adentro desde que llegaste.

 Venía de una ciudad grande, con miles de habitantes en ella, llena de edificios, autos y ruidos, y saber que a partir de ese día todo sería tan diferente la confundía demasiado. Viviría en un pueblo ubicado en el fin del mundo, donde con suerte tenían electricidad, y la población no superaba las 10000 personas. De cualquier manera decidió aceptar la propuesta: algun día tendría que salir.

-Estaré aquí para el almuerzo.- Dijo en un tono desalentado mientras se abrigaba con su tapado rojo y su gorro de lana. Tampoco estaba muy acostumbrada al frío. 

¿Cómo será la vida allá? Se preguntó justo antes de salir por la puerta delantera.

 Debe de ser tan complicado perderse en aquel sitio. Era tan pequeño que casi podía tenerlo en sus manos. Todos se conocían. Ni siquiera a propósito podría hacerlo.

 A pesar de que no había mucho atractivo en el centro del pueblo, la vista hacia las afueras era genial. Tenían un hermoso paisaje que dejaba mucho que envidiar. No recordaba nada de todo eso. Su memoria apenas le permitía tener acceso a algunas imágenes de su niñez. 

 La gente del pueblo no acostumbraba tener invitados... Y menos uno como Alex. Nadie podía evitar mirarla mientras se paseaba por las calles.

 Quiso gritar tan fuerte que sus pulmones se quedaran sin aire.

 Alex no era la persona más amistosa. A decir verdad, era bastante complicada y comparándola con su abuela, que a todo le sonreía, era una amargada.

-¡Alex!- Le sorprendió escuchar que alguien conociera su nombre.- Dios, no puedo creer que seas tú...

 Excelente, lo que más quería en ese momento era socializar con personas que, a pesar de que ella no las recordaba, ellos si parecían hacerlo.

-Alex, soy Matt...

 Se limitó a mirarlo extrañada. ¿Quién era? Era guapo, sin duda. El contraste que hacían sus ojos claros con su pelo oscuro llamaba mucho la atención. 

-Lo siento, ¿nos conocemos?

-¿No me recuerdas? Soy Matt Leen...

 Hizo un gran esfuerzo por recordarlo, pero fue en vano, ni siquiera lo encontró conocido.

-Ibamos juntos a primaria...

-Lo siento, es que hace mucho que no vengo aquí, apenas logro recordar a mi abuela, y yo...

-Solía darte de mi almuerzo cuando olvidabas el tuyo...- Interrumpió algo decepcionado.

-Te veo conocido- Mentira.-Pero eso es todo, lo lamento.

-No te preocupes, ya lo recordarás.- Rió. 

 ¿Qué era lo que le parecía gracioso?

-Bueno, pues, ¿qué te trae aquí luego de tantos años?

-Bien, digamos que tenía que aclarar mi mente en algún lugar lejano.

-Acá está bastante tranquilo, ¿verdad?

-Sí, quiero decir, es diferente.- Se mantuvo distante.

-Oye, tengo que irme, pero fue un gusto haberte visto. Ojalá podamos vernos de nuevo, y tal vez me recuerdes.- Dijo simpático.- ¿Qué harás esta noche?

-No lo se.

-Bueno, habrá una fiesta en la playa si quieres ir. Verás a muchos conocidos y podrás hacer nuevos amigos...

 Lo dudó mucho. No estaba segura sobre querer hacer amigos.

-No lo se, no estoy segura de querer hacer amigos por ahora.- O mejor dicho: soy muy mala para hacer amigos.

 Él rió.

-Bueno, si cambias de opinión llamame.- Dijo anotando su número en el brazo de Alex.- Adiós.

-Adiós.

El amor después del amor.Where stories live. Discover now