Siete historias (o excavando en el pozo de la fantasía)

HISTORIA 1 (o cómo hacer fácil lo imposible)

   Miramos sorprendidos a Nikon que posaba muy recto y orgulloso, con la cabeza en alto como si hubiera entendido lo que se decía de él.

  —Creo que será mejor que nos expliques de qué va todo esto —dijo arrastrando las palabras Natalia.

  —Mi nombre es Shi Zí; significa literalmente “diez hijo”. Soy el pequeño de la familia; vivo en palacio con mis nueve hermanos y mis padres. Somos los encargados de cuidar de este mural y de investigar hasta descifrar su significado; de hecho, hace muchas generaciones que dedicamos nuestra humilde existencia a esto —nos contó emocionado—. Muchos de mis antepasados han perdido la vida buscando a estos siete maravillosos seres pertenecientes al mismo clan que aparecen en este antiquísimo mural.

  —¿Para qué los buscaban? —pregunté intrigada.

  —La profecía cuenta que cuando una gran desgracia asolara nuestro país, sólo ellos serían capaces de devolver el equilibrio a esta bella tierra —explicó Shi Zí.

  —¿Tiene algo que ver con esa niña del centro? —preguntó Carmen.

  —Es evidente que sois los elegidos —y suspirando continuó con el relato—. En realidad tiene todo que ver. Os encontráis en mi ciudad, Xi Sè, que significa “aire alegre”, y sin duda éramos la ciudad más alegre del mundo.

  —¿Éramos? —preguntó José.

 —Sí, todo era perfecto hasta hace casi tres años. Los jóvenes reyes de Xi Sè acababan de tener una hermosa niña a la que llamaron Xiào Róng, su significado es “cara sonriente”. Todo el reino celebró con regocijo el acontecimiento durante un mes entero, pero a medida que la niña crecía se hizo evidente que algo pasaba: la pequeña Xiào no era capaz de sonreír. Sus padres mandaron llamar a los mejores médicos de toda la región, y todos coincidieron en que no había ninguna razón física que le impidiera reír; tampoco tenía nada en su mente, de hecho descubrieron que era una niña muy inteligente y adelantada, con sólo un año ya hablaba perfectamente. Se intentó hacer de todo, la visitaron todos los bufones, magos y cómicos del reino, sin conseguir nada; llegaron a mandar a un puñado de sirvientes a todos los rincones del mundo conocido en busca de juguetes o mascotas graciosas que alegraran a la pequeña princesa, pero todo fue inútil.

  —Bueno —dijo Luis—, hay niños que tienen un carácter más tímido y a los que les cuesta sonreír, pero eso no es un problema tan grande.

  —Puede que eso sea cierto en el lugar de donde tú vienes —replicó Shi Zí—, pero para Aire Sonriente, mi ciudad, esto es una verdadera tragedia. Veréis, según una antigua tradición, el bienestar y la prosperidad de mi pueblo dependen de que las familias que están en el poder sean enteramente felices; cuanto más felices son ellos, más paz, dicha y ventura reciben sus súbditos. Y eso ha sido así desde el principio de los tiempos hasta hace exactamente dos años y trescientos sesenta y cuatro días, fecha en que nació la princesa. Desde entonces, sin que nadie haya podido evitarlo, una sombra fría se va apoderando poco a poco de toda la región. Las cosechas cada vez son más escasas, los animales van entrando en una especie de desgana que les impide trabajar o producir alimento y se han dejado de escuchar las risas en toda la población. Si hoy antes del alba, justo antes de cumplir tres años, la princesa no vuelve a sonreír, jamás volverá a salir el Sol sobre nuestro hermoso valle, la tierra no producirá nunca más su fruto y la vida aquí será imposible. Nos veremos obligados a desalojar a todos los vecinos, que tendrán que dejar sus casas y pertenencias y comenzar una nueva vida lejos de sus raíces.

  —Entiendo tu preocupación —dijo Carmen—, ¿pero qué podemos hacer nosotros?

  —Hace poco descubrimos lo que realmente haría feliz a la princesa, y la profecía dice que vosotros, que venís desde más allá de la más alta montaña, lo habéis traído con vosotros. Bueno, mejor dicho, uno de vosotros lo ha traído. Pero vamos —añadió saliendo por la puerta—, no hay tiempo que  perder.