— ¿Qué coño es esto, Deku?

Para un Deku que acababa de llegar de su ya tan acostumbrado entrenamiento nocturno, ir a su habitación era lo que más deseaba, junto con la idea en mente de prepararse un sándwich, todo eso logrando evitar meterse en algún problema o causar uno, pero, al ya tener años de conocimiento sobre aquel tema, si tan solo veía a Kacchan a la lejanía, sabía que algo malo sucedería sin dudarlo. Después de todo, Kacchan era sinónimo de problema.

—Es m-mayonesa —respondió antes de regañarse en su mente por el titubeo que se le escapó sin querer—. Lo siento por...

— ¿Hah? —soltó exaltado, satisfaciéndose por el anterior titubeo, mas no por la expresión serena del menor—. Dime, ¿qué se siente ser tan malditamente fracasado que ni siquiera puedes llevar un puto sándwich de forma correcta?

—Kacchan, en serio lo siento, yo...

—¿Debería explotarte la cara?

Con el sonido de las pequeñas explosiones de fondo, Denki y Eijirou decidieron que ya era suficiente de eso. Ambos se levantaron y poniendo una mano en cada hombro del rubio, sonrieron animados y le dieron unas palmaditas que aumentaron el fastidio de Katsuki, que sin embargo no se molestó en apartarlos; necesitaba que toda su furia fuese dirigida al más pequeño que tenía delante.

—Ya, ya, Bakugou —habló Kirishima en un intento por calmarlo y hacer que soltara al de cabello verdoso—. Deberías dejar a Midoriya, no hay tiempo para esto.

—Es verdad —colaboró Kaminari de inmediato—. Hemos encontrado un paquete de esas patatas que tanto te gustan, las picantes. ¿Quieres que Kirishima y yo nos las comamos o qué?

La mención de comida picante llamó la atención de Katsuki, y aflojando un poco el agarre en la camiseta del menor, que ya había comenzado a plantearse la idea de que tendría que lidiar con el mal humor de Kacchan de una manera más grave, miró a Kaminari alzando las cejas, sin borrar la mueca de su rostro pero evidentemente más tranquilo.

— ¿Y por qué diablos no lo dijiste antes?

El pecoso aprovechó la oportunidad y, aliviado, se escabulló de los brazos del rubio, que distraído en busca de la bolsa de patatas que Denki tenía en esos momentos en las manos, no se percató del momento en el que Izuku había desaparecido de la cocina, y para cuando lo hizo, supuso que Deku se había salvado.

—Fantástico —murmuró chasqueando la lengua, tirando de su camisa manchada—. El nerd ensucia mis cosas y encima se libra de eso, ¿qué demonios?

—Mete la camisa a lavar y ya —le sugirió Kirishima, después de que los tres se habían sentado en una mesa cercana a comer.

Katsuki, que había estado despotricando en contra de Midoriya entremedio de cada patata que se metía en la boca, lo miró furioso, haciendo explotar el puñado de patatas que tenía en la mano.

—Esa no es la cuestión, imbécil —repuso enojado, dejando caer los restos quemados de las que antes fueron papas—. La cosa aquí es que hace un tiempo que ese inútil cree que puede hacer cualquier cosa y librarse de ello. ¡Maldita sea, en serio me molesta!

—Si sigues explotando las papas, no quedará nada —le advirtió Denki, entristecido—. Por otro lado, yo creo que Midoriya actúa igual que siempre, tal vez tú...

— ¡¿Yo qué?!

—Nada, por Dios, nada — se corrigió, un tanto exasperado.

Siguieron comiendo mientras oían a Bakugou maldecir en voz alta, quemar algunas otras cuantas papas y quejarse un montón cuando decidieron que no comería más patatas por desperdiciarlas con sus explosiones. Ya un poco hartos del rubio, que había logrado hacerse de nuevo con el paquete de frituras y que había vuelto a su insufrible tarea de maldecir con todo su odio a Midoriya, Kirishima no creyó soportar otro comentario envenenado, así que, ya hastiado de todo eso, cortó el rollo de Katsuki diciéndole lo primero que se le vino a la cabeza.

Explotando CorazonesWhere stories live. Discover now