Capitulo 14 - Amo esta Vida

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Enderezó el objeto y le fue lanzando una a una las prendas encima, a otro le tocaría indagar cuando le tocara salir en busca de sus pertenencias, cuando levantó la última chaqueta de esta cayó un pequeño cuaderno rojo bermellón.

Al levantarlo y girarlo en su mano sintió curiosidad, en especial porque de la chaqueta del cual había caído no era otra que la de su hermano Jared, un ser que nunca llevaba nada encima además de su estrambótico celular último modelo.

«Raro»

Tomo miró sobre su hombro en caso de que alguien viniera saliendo en ese instante. Nada. El recibidor seguía tan callado como un sepulcro, dirigió nuevamente la vista al cuaderno y quitó el elástico para leer la primera página.

Como sospechó aquello era una especie de bitácora, miró la firma al pie de la primera página y sus ojos se abrieron con asombro al notar que aquel cuaderno pertenecía a Valentina Conaill, su nueva fotógrafa.

Un murmullo de voces en una estancia continua le indicó que el resto del equipo venia saliendo, lanzó la chaqueta de Jared en el tope del perchero y ocultó el diario de Valentina en la suya propia justo antes de que llegarán...

Dos horas más tarde en la tranquilidad de su apartamento y en la comodidad de su cama, Tomo miraba con curiosidad el cuaderno bermellón en su regazo debatiéndose en si debía leerlo o no, después de todo no se lo había llevado a su casa solo para pasearlo. ¿O sí?

Acarició la cubierta aterciopelada con la punta de los dedos e hizo a un lado nuevamente el elástico que lo mantenía cerrado, volvió a visualizar la firma de Valentina en la primera hoja y dio paso a la segunda; cientos de letras en una caligrafía de molde pequeña se mostraban sobre un fondo blanco envejecido producto de la manipulación, sin tachones ni notas extras, solo texto antecedido por una fecha.

Nada más.

La luz de un relámpago en el exterior brindó un poco de luz extra a su habitación por un instante, después, un sonoro trueno retumbó en sus oídos como antesala a su lectura de medianoche... 

30-10-2008

Esta mañana fue la elección en el Orbe, ahora, doce horas luego, desearía que este día no hubiese llegados jamás... 



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La primavera en Ónix era uno de los espectáculos más hermosos de todos, los edificios con formas de árboles envueltos en enredaderas se llenaban de las más variopintas y llamativas especies de flores, sus colores vibrantes se reflejaban en todo: ríos, lagos, vitrinas de tiendas e incluso en brujas y hechiceros que aprovechaban el clima templado para sacar sus colecciones de ropa primaveral más pintorescas.

Vestidos, pantalones, cachemiras, sombreros con plumas, prendas y zapatos eran un reflejo de esas flores, eso aromas, esa alegría.

Los panaderos horneaban sus mejores masas, las cafeterías y tiendas de té colaban sus mejores brebajes y el Orbe preparaba su mejor escenario de prueba para seleccionar a las nuevas generaciones de hechiceros e incluirlos en la sociedad con su mayoría de edad incluida. 

Los dieciséis años, esa era la edad acordada con la cual todos los jóvenes dejaban atrás los juegos para iniciar definitivamente una carrera profesional, una que iba cargada de magia pero sobre todas las cosas, una inmensa responsabilidad. 

Honor o Deshonra. 

Las únicas dos opciones que el Orbe te daba, no existía un puntaje cuantitativo, pasabas las pruebas o no lo hacías, muchos fallecían en el proceso incluso; aunque para algunos era mejor la muerte que seguir sus vidas sin magia.

AntebelluM - 30 Seconds to MarsWhere stories live. Discover now