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Estacionó el auto una calle antes de la suya, suelto un suspiro y miro la caja que está en el lugar del copiloto.

—Mierda.

Cierro los ojos y aprieto las manos en el volante con fuerza.

Reúno todo el coraje y la fuerza de donde no tengo, me pongo la gorra de la cazadora y tomó la caja.

Aún con la brizna corro calle abajo para ver el lugar al que me prometí no volver hace meses.

"Seguro no está en casa" me digo para darme la confianza de tocar el timbre.

Dejo la caja en el piso y toco el timbre para caminar a prisa de regreso al auto.

"Adiós."

Si tu supieras. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora