El reloj

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   No espero ni pido que alguien crea en el extraño aunque simple relato que me dispongo a escribir. Los hechos sucedieron meses atrás, cuando aún mantenía aquella perfecta y armoniosa vida en la que esa hermosa casa y mi esposo eran todo lo que me importaba para ser feliz.

   Al casarme con John, y luego de mudarnos a nuestro lujoso hogar, pude conseguir la felicidad y la paz que me habían sido arrebatados junto al asesinato de mis queridos padres a manos de un hombre con sangre fría como el hielo y corazón oscuro como una noche de tormenta. En aquel instante, un callejón sin mucha iluminación fue testigo del horrible acontecimiento, que en pocos momentos me apetece describir debido al horror que provoca en mí. Sin embargo, algo que nunca pude olvidar de ese monstruo, fue su reloj de bolsillo, el cual cayó al suelo momentos antes de escapar de la escena del crimen, dejando a la vista el artilugio donde destacaban las iniciales "C.V.", grabadas en brillante oro.

   Desde ese entonces, guardo en mi memoria, y con lujo de detalles, el único objeto que me permite recordar cómo mis progenitores fueron brutalmente asesinados, sin razón alguna, en una noche de invierno en el lluvioso Londres. Lo ocurrido impresionó profundamente mi imaginación... Fui testigo de este imperdonable pecado. Me sentí entonces más miserable que todas las miserias humanas. Sin padres, dinero y lujos a los que estaba acostumbrada... Fue devastador. Mis bienes terrenales se perdieron y desde ese momento tuve que resignarme a la desesperanza.

   El lector recordará que, como mencioné anteriormente, todo volvió a la normalidad cuando me casé con John. Poseíamos una esplendorosa casa, ubicada en West End. Así eran las cosas: si bien la casa poseía tres plantas que hacían a la vista imponente de nuestro hogar, el verdadero lujo se encontraba en el segundo piso, donde mi esposo y yo gozábamos de la vida ostentosa del burgués londinense sin preocupaciones, aun teniendo obreros y servicio bajo nuestros pies, en la primera planta.

   Yo misma me ocupé de la decoración, y no por problemas de dinero, claro que no. Ninguna persona estaría a la altura de mis necesidades, y no podrían darme lo que yo quería, por lo que utilicé mi buen sentido del gusto para decorar nuestra perfecta mansión a mi manera, donde mezclé las tendencias históricas más famosas, como la gótica, egipcia, renacentista, entre otras. 

   La historia que me dispongo a contar comienza en una tranquila tarde de verano, donde los lirios, lavandas, y rosas trepadoras se hacían con la atención de quien tuviera la dicha de caminar por aquel deslumbrante jardín de flores en la parte trasera de la casa. Era el jardín más bello y grande de la zona, las fragancias de las flores eran las más deliciosas. Era uno de mis tantos lugares favoritos del hogar.

   Me disponía a ir hacia la cocina, para indicar a las criadas cuál sería el menú para la cena, cuando una de ellas me informó que el nuevo sirviente había llegado.

   A pesar de tener varios, a veces no eran suficientes, y el jardín necesitaba de alguien que se encargase de arreglarlo diariamente, para que yo pueda disfrutarlos como me merezco.

   Me situé junto a mi marido durante el recorrido de los parques y jardines a los que se debía dedicar el nuevo jardinero. El hombre se había presentado como Charles Volker, y parecía tener buenos modales, para tratarse de un mero esclavo. Su cabello era aceptable, de color cenizo y rizado. Sus ropas no parecían tan viejas. Era alto, pero encorvado y anciano. Sus ojos sin embargo... parecían tener algo siniestro. No quiero decir que lo creyera seriamente, y sólo menciono la cosa porque acabo de recordarla.

El relojOnde histórias criam vida. Descubra agora