Grace Sky, una chica competitiva hasta calar los huesos que posee un promedio de excelencia académica. Chris Jones, un chico inteligente que forma parte del montón, Y a diferencia de Grace, no se involucra tanto en la escuela. Para ellos, ganar la f...
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Chris mantuvo su casa ordenada desde el día anterior y le pidió a todos los integrantes de su familia que, por favor no lo avergonzaran delante de Grace.
Obviamente no les comentó que si llegara a ser humillado delante de su contrincante, ella lo molestaría de por vida.
La familia de Chris aceptó y cada uno prometió no avergonzarlo. Todos pensaron que la chica que iría casa le gustaba a Chris y que por eso no quería ser avergonzado.
El día transcurrió normal, como todos los demás y, en clase de ciencias quedaron de verse dónde mismo. En uno de los pilares de la entrada principal de la escuela.
A la salida, ambos chicos comenzaron a buscarse mutuamente y, sin darse cuenta, chocaron de espaldas. Ambos se giraron para disculparse con la persona a la que habían chocado pero, se dieron cuenta que era justo la persona que estaban buscando.
– Aquí estás –dijo Chris aliviado y sonriente. Por un momento creyó que no la encontraría.
– Te estaba buscando –dijo Grace.
– No eras la única buscando al otro –dijo Chris.
– Mi padre llegó hace rato –comentó Chris.
– No lo hagamos esperar más –dice Grace y juntos comienzan a caminar hacia el auto de Chris.
Grace cada paso que daba hacia el auto de Chris era el nivel que aumentaba su inseguridad y nerviosismo. Tanto fue su nerviosismo que se quedó congelada una vez estando junto al auto.
Chris la miró y rodó los ojos, pensando que Grace esperaba a que le abriera la puerta del coche como lo hacía Tomás. Molesto se acercó a ella y le abrió la puerta.
– Deberías aprender a abrir la puerta por ti misma –comentó Chris fastidiado.
Si tan solo supiera la verdad.
Grace salió de su trance y rápidamente se montó en el auto, cerrando ella misma la puerta del auto.
– Buenas tardes señor Jones –saludó Grace una vez dentro tratando de calmar sus nervios.
– Buenas tardes, tú debes ser Grace ¿cierto? –Dijo el padre de Chris.
El hombre tenía una mirada amigable, ya era un poco grande o al menos así lo hacía lucir su barba. Su largo cabello castaño se asemejaba al de Chris, por lo que se podría deducir que de ahí lo sacó el chico.
– Así es señor, un gusto conocerlo –respondió Grace ya con un poco más de confianza.
– El gusto es mío y puedes decirme Charlie –dijo el señor Jones–. Por cierto, antes de ir para la casa tenemos que recoger de la escuela a la hermana de Chris, ¿está bien por ti?
